Un trabajo legislativo en pro de las mexicanas
La paridad no debe entenderse como un beneficio personal o individual, es un logro de todas y todos, tanto legisladoras como legisladores, pero principalmente de la ciudadanía. Las reformas aprobadas son el resultado de la congruencia natural de la composición de nuestra sociedad.
A pesar de que en México, el 51.3% de la población total somos mujeres, la lucha por ejercer plenamente nuestros derechos ha sido larga y sinuosa. Tanto en nuestro país como en el mundo se han conformado movimientos sociales que tuvieron como objetivo visibilizar las causas feministas, los cuales desde finales del siglo XIX exigían el reconocimiento pleno de nuestros derechos laborales, civiles y políticos, además de que ponían en evidencia la falta de políticas públicas que nos incluyeran como sujetos de dichos derechos.
Fue hasta 1953, después de largos e intensos debates, que se promulgó el decreto por el que las mujeres obtuvimos el derecho a votar y ser votadas para puestos de elección popular. Este derecho se ejerció por primera vez en 1955, y desde ese momento se han logrado grandes avances en la actividad política y social, se han conquistado espacios para las mujeres en el poder legislativo y nos hemos empoderado en otros ámbitos del gobierno.
Después de que en 1996 se iniciaran las denominadas cuotas de género en un porcentaje 70/30, y de que se avanzara en 2007 al 60/40, el año pasado, con el apoyo y respaldo de legisladoras y legisladores de todos los grupos parlamentarios así como de múltiples asociaciones y actores de la sociedad civil, promovimos la reforma de paridad total 50/50. Lo anterior, significa que, a partir de ahora, las mujeres formaremos parte de la toma de decisiones de este país en igualdad de circunstancias que los hombres. Dicho decreto fue publicado el 6 de junio pasado en el Diario Oficial de la Federación, lo que representa un logro extraordinario tras años de lucha incansable.
Lo anterior permitió que un histórico reclamo de las mujeres se materializara en la reforma de nueve artículos constitucionales. Hay que reconocer que no es nueva la propuesta, sin embargo, desafortunadamente no se habían alcanzado los consensos necesarios.
La paridad no debe entenderse como un beneficio personal o individual, es un logro de todas y todos, tanto legisladoras como legisladores, pero principalmente de la ciudadanía. Las reformas aprobadas son el resultado de la congruencia natural de la composición de nuestra sociedad.
Hoy podemos decir que ya contamos con la base constitucional de paridad, lo que sigue es la adecuación de la legislación secundaria para alcanzar su máxima efectividad; en el Senado de la República se han presentado más de 60 iniciativas -55 de mi autoría- que buscan el pleno acceso de las mujeres a los cargos de decisión tanto en la administración pública federal, así como de los organismos autónomos.
Para lograr estas transformaciones se requerirá del acompañamiento de todas y todos los actores políticos, para que con su liderazgo y sororidad sean una realidad. Es necesario dignificar y prestigiar la política, reconociendo a las mujeres el acceso a la toma de decisiones en paridad, observando y entendiendo que los intereses de las y los ciudadanos no tienen género o sexo.
Por: Kenia López Rabadán
Senadora presidenta de la Comisión de Derechos Humanos