Solo falta que nos orine un perro
La humanidad se repliega a sus hogares donde también hay millones de niños de todas edades que no tendrán clases de entrada, un mes. Y su espacio de sobrevivencia son las paredes de su casa.
De Oficio Reportero |
Mientras que el mundo se contrae con el Coronavirus 19 y sus datos duros, reales, sus desgarradoras historias y sus variados y poco o nada alagueños pronósticos de saldos finales en dos o mas meses, se dan a diario, la sociedad llega a la saciedad de confinamientos y del encierro, experimentando lo que para quienes la estamos viviendo, es la experiencia mas traumática y sin dramas, que hayamos vivido.
A medida que transcurren los días, las cifras cambian. Mas contagiados, mas en observación. Los muertos rebasan en el mundo los miles. Italia se convierte en un foco rojo e incandescente del que se emanan cifras de muertos, medidas determinantes en el sentido de que si alguna persona de la tercer edad o con alguna enfermedad crónica sea diabetes, cardiópata, hipertenso o alguna otra, se contagia de Conavid19, se despiden el todos sus allegados. No hay manera siquiera de una visita al hospital, menos cuidarlo en el cuarto asignado. Nada. Muere el paciente y lo llevan al crematorio. Sus cenizas se depositan en fosas. Es todo.
En España es igual. Pero en el mundo, en el que mas de 132 países se infectaron de un PINCHE, si PICHE VIRUS, la vida es otra. EL mundo ya cambio. Pero no es una frase echa. Es una realidad que ha desecho a la sociedad.
Clausuras de cines, antros, iglesias, centros comerciales, restaurantes, zonas de actividad económica, espectáculos o congresos, quedan clausurados. Sellados. Prohibidos.
La humanidad se repliega a sus hogares donde también hay millones de niños de todas edades que no tendrán clases de entrada, un mes. Y su espacio de sobrevivencia son las paredes de su casa.
Todo el anterior recuento sirva para que al leer este texto, haya algo, una luz al final del túnel que se positivo, que de alegre e ilumine vidas. Hoy, las sombras de la desesperación y el miedo al contagio, son los acompañantes de millones de personas.
Y lo único, es la resignación y el sometimiento. No hay remedios milagrosos, ni amuletos o escudos que detengan al PÍNCHE VIRUS. Su avance es , de acuerdo a lo que cada país tomo e impuso en precauciones, en conductas y modo de vida. Grandes capitales a la atención medica, camas , respiradores, espacios de atención. No hay hasta hoy, ningún dato que revele que en algún país o comunidad hubo algo que detuviera la desgracia.
Sin pesimismo, nos estamos enterado al estilo de México, que vamos a la fase 2 de tres- En la segunda, se procede al cierre de miles de negocios. Escuelas, teatros y todo o que sabemos. No nos consuela en nada, las explicaciones como si se tratara de Plaza Sésamo, como sería todo, cerca o lejos. Arriba o abajo. Hemos escuchado afirmaciones de que el presidente no puede contagiar por su fuerza moral. Del mismo presidente que nada nos va a pasar. Que donde hay honestidad, hay un escudo que detiene al PINCHE VIRUS.
Por si fuera poco, la caída de las bolsas en el mundo, el desplome del precio del barril de petróleo, la cancelación del establecimiento en Mexicali de una Cervecera que invirtió mil 700 millones de dólares para que le argumentaran que no se lograría porque se acabaría el agua, cuando no solo dicha cervecera tendría plantas recicladoras de agua sino que hasta pondría plantas potabilizadoras al servicio del estado, se convierte en el peor mensaje a los inversionistas.
Se canceló el aeropuerto de Texcoco con sus casi 13 mil millones de dólares de inversión, ahora la cervecera. Ojalá México, no acabe de erigirse como otro PINCHE VIRUS que es gravísimo para la inversión y creación de empleos. EL VIRUS DEL DESPRESTIGIO Y LA DESCONFIANZA COMO PAIS.
POR RAUL SANCHEZ CARRILLO
sanchezcarrillo.tv