Santa Camisita del Niño Jesús
Ver y Creer | Misterio que se desprende de la encarnación del Verbo eterno de Dios, es el cuerpo sagrado de Cristo en el que se manifiesta su humanidad, y que engendrado en el seno virginal de María, su madre, nació niño sin dejar de ser Dios en el inefable misterio de una misma persona […]
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Misterio que se desprende de la encarnación del Verbo eterno de Dios, es el cuerpo sagrado de Cristo en el que se manifiesta su humanidad, y que engendrado en el seno virginal de María, su madre, nació niño sin dejar de ser Dios en el inefable misterio de una misma persona con naturaleza divina y con naturaleza humana. Dios divinísimo y hombre humanísimo en el mismo niño que nació, en el hombre mismo que murió.
Jesús nació desnudo en su cuerpo y así también murió, en apariencia visible para todos en su cuerpo, pues aquella personalidad insustituible, incomparable con hombre alguno, verdaderamente nació revestido del ropaje de nuestra carne, y revestido de carne humana murió tal cual nació.
Tuvo la gracia, san José, de vestir decorosamente a Jesús gracias al fruto de su esforzado trabajo cotidiano; y su madre, la dulce Virgen María, tuvo la maternal delicadeza de tejerle a su hijo finas camisas y túnicas sin costura, de una sola pieza de arriba a abajo, tanto en los años de su niñez como en los de su juventud y también a la tarde de su vida, ya como el Mesías.
Una de las camisas que Jesús vistió, de niño, se conserva en el Museo de la Catedral de Valencia, en España. Se trata de una pequeña túnica conocida como la “Santa Camisita de Jesucristo, que la Virgen María hizo sin costura”, tejida en seda y bordada con hilos de oro.
Esta relíquia, procedente del relicario de los reyes de Aragón, y donada el 18 de marzo de 1437 por el rey Alfonso V el Magnánimo al rey Juan I de Navarra, originalmente se conservó en una urna de plata sobredorada, relicario que lamentablemente se perdió junto con otros muchos que fueron fundidos en 1812 durante la ocupación francesa a Valencia, pero por ventura de Dios la santa Camisita se salvó y se colocó en un nuevo relicario, en el que prevalece hasta nuestros días, consistente en un cilindro de cristal rematado en sus extremos superior e inferior por dos grandes aros decorados y montado en una estructura de plata bañada en oro sobre un largo tallo de estilo gótico con una base en forma de estrella de seis puntas ricamente decorada con seis escudos esmaltados, tres de ellos con las armas de la Corona de Aragón y los otros tres con las de Sicilia.
La santa Camisita del Niño Jesús, que se conserva dentro de su fino relicario y dentro de un armario provisto de cristales en sus puertas, es una reliquia que nos mueve a meditar en la sagrada Familia de Jesús, en la abnegada paternidad terrenal de san José, en la delicada maternidad divina de la Virgen María, y en la ternura infinita al pensar en que Nuestro Señor Jesucristo, el Redentor de la humanidad, también fue niño.
Por: Roberto O’Farrill Corona