Por qué se nos conoce
El mexicano que trabaja en la primera economía del mundo demuestra una capacidad de trabajo que pocas razas pueden considerar.
Rompecabezas |
Por: Carlos Herrero
El término malinchista identifica muy bien algunas tendencias de México. Tanto así que el concepto sólo se usa en este país. Valoramos todo lo demás por ser de fuera, sin darnos cuenta de lo grande que tenemos dentro. Ni somos los mejores, ni como nosotros no hay dos, ni simplezas similares. Somos los que somos y lo demostramos.
Nos encanta valorar lo bueno qué hay en otros lugares y denigrar a México, porque el deporte de ver lo malo de nuestro país nos acompaña siempre.
Claro que los términos mordida, cochupo, sanlunes, Guadalupe – Reyes y fayuca son de autoría y uso mexicano. No somos “monedita de oro”.
Pero también es cierto que el mexicano es reconocido en el mundo por otro tipo de situaciones y hoy 15 de septiembre conviene tenerlas en cuenta.
Una buena parte de la economía de Estados Unidos se sostiene por los trabajadores mexicanos, que se entregan a sus labores con una gran conciencia de resultados y un olvido tremendo de las horas. El mexicano que trabaja en la primera economía del mundo demuestra una capacidad de trabajo que pocas razas pueden considerar.
Somos capaces de generar una empresa como Distroller que pone toda la imaginación en los aspectos más serios de la vida. Es la única empresa en el mundo que ha presentado los muñecos “neonatos” triunfando en varios países, como de presentar un cuadro hipercolorido de la Virgen de Guadalupe con la leyenda “protégeme plis”. Somos el país con más humor del mundo, que puede presentar camisetas de Frida Kahlo, una de las marcas más relevantes del país, al mismo tiempo que de la Virgen de Guadalupe para pasearse por la playa.
Encabezamos la lista de los platos más deliciosos del mundo con los tacos al pastor. Y siempre hablamos de nuestras comidas típicas. Pero dejemos los lugares comunes y vayamos a los grandes lugares. Triunfamos en Chicago con el Tzuco, en Madrid con Puntomx, en Londres con Ella Canta y en Nueva York con Cosme. Este es el nivel de calidad y elegancia que nos caracteriza como una de las mejores gastronomías del mundo.
Somos un maravilloso pueblo fiestero, de gritos, chiflidos, dichos, dobles sentidos y amistad eterna. Allí donde hay fiesta, seguramente hay un mexicano en el centro disfrutando y haciendo disfrutar a los demás. Porque el mexicano lleva la vida, a pesar de tantos elementos negativos que le ha tocado cargar a lo largo de la historia, a todos los caminos por los que pasa.
Contamos con personalidades del cine premiados en los Óscares y reconocidos en el séptimo arte. Del Toro, Iñárritu, Cuarón, Lutbezky o Pavlovich. Y lo mejor de todo es que señalan que el centro de su arte consiste en que son mexicanos, imaginativos, creativos, propositivos. Ya lo decía Guillermo del Toro: “puedo hacer películas tan imaginativas porque soy mexicano”, en pocas palabras porque el mexicano sabe soñar y lo demuestra en las películas que logra crear.
El tequila se encuentra entres las cinco bebidas alcohólicas más valoradas del mundo. Hemos evolucionado del maravilloso tequila que raspaba la garganta de los trabajadores de la construcción a la elegancia de los cristalinos y extra añejos que han conquistado al mundo. José Cuervo se reconoce en todos los rincones del mundo.
De la cerveza, ni hablamos. Modelo, fundada por mexicanos y españoles, como una empresa mestiza por antonomasia, corona las barras de los bares y los anaqueles de ciudades pequeñas, medianas, grandes y pequeñísimas.
Nos adornamos con los tópicos ridículos del siempre que no conviene ni repetir. Lo que valemos lo demostramos dentro y fuera del país. En la forma de trabajar, en la creatividad, en los mejores restaurantes del mundo, en nuestras ganas de vivir, en el cine que proponemos y en las bebidas que reinan por doquier.De esta forma, demostramos quiénes somos en una modernidad que asumimos día a día, como vive el mexicano.
Lo tradicional y lo que repetimos continuamente no hay que dejarlo. Pero ya hay que pasar del papel picado de colores al reconocimiento del sentido y del valor que aportamos al mundo moderno. No hay que vivir en el pasado sino en los logros del hoy.
Por todo esto y por mucho más se conoce fuera. Ya empecemos a reconocernos dentro.