Pasado, presente y futuro a partir del 6 de junio
Si el COVID transformó de manera impactante la mentalidad del tiempo, las elecciones del día 6 de junio han sido un aditivo para poner a funcionar la máquina del futuro.
Rompecabezas |
Por: Carlos Herrero
Muchos investigadores y analistas se cuestionaban sobre el México real a partir del 6 de junio, antes de que llegara la fecha. ¿Impugnaciones? ¿Violencia? ¿Fraude? ¿Poder para cambiar la constitución? Ninguna de estas situaciones ha aparecido de manera rampante en la escena nacional.
Lo que ha aparecido llama la atención y confirma la realidad de un México de contrapuntos. En primer lugar está el planteamiento presidencial sobre la clase media. En segundo término el artículo de Marcelo Ebrard en el Washington Post describiendo cómo describen (repetición intencional) al presidente y comentando sus ideales políticos. En tercer plano, el análisis de The New York Times, previa posible filtración, sobre las causas del terrible accidente de la Línea 12. Como cuarto punto, el análisis de la presencia del narcotráfico que en palabras del presidente se portó bien y en palabras de algunos analistas manejó el momento electoral en muchas zonas. Y en último espacio, la segunda parte del mandato del presidente, los cambios de gabinete y la visualización de futuros candidatos.
En México el pasado se transforma en presente de una manera mágica y se proyecta en el futuro de forma inmediata. Los tres primeros años de gobierno de un presidente quedan atrás como humo de artificio frente a los tres donde quedarán sentadas las marcas del sexenio, para bien o para mal.
La experiencia nos demuestra que las marcas negativas nos han traído crisis muy profundas. Mientras que los gobiernos de mayor sensatez en la política y la economía han dejado al país en condiciones aceptables.
La conversación de políticos, analistas, periodistas y ciudadanos ya no se centrará en lo qué pasó, sino en lo que viene en el trienio final. Valdría la pena analizar si esta visión de futuro no distorsiona de una manera patente la inmediatez exigente del presente. Pero esta es la idiosincrasia de este México que cuenta los días para que el presente se vaya y aparezca un ideal del futuro.
El presidente se reunió en estos días con la élite empresarial mexicana. Se aseguró la protección de la inversión, la estabilidad de la economía y el equilibrio social. AMLO supo hablar con la élite empresarial cuando fue jefe de gobierno del llamado Distrito Federal. Su empatía con este sector, en lo que se refiere al mensaje, es asertivo. Ojalá sea también concluyente.
La clase media que mueve un país, y que por cierto lee más de un periódico al día, tomó decisiones que influyeron de manera contundente en la división del poder político en la Ciudad de México. Una división que sólo contribuirá al fortalecimiento de la democracia y a la exigencia política y económica.
De repente, esta clase media ha erigido una reflexión que enriquece a la democracia. En México sí tenemos clase media y sí tenemos organización civil.
En todas las lides hay que saber perder pero sobre todo saber ganar. Morena, como movimiento ganó las elecciones para diputados, 11 estados y muchas alcaldías. Ganó con ciertos raspones pero ganó. También perdió poder donde más lo anhelaba: la Ciudad de México, el Estado de México y Nuevo León. Pero ya se jugaron la cartas y de repente estamos viendo la partida del día siguiente como si la actual ya no tuviera consecuencias. El día a día nos demostrará qué hay mucha tela de donde cortar para que el país camine orgánicamente.
Si el COVID transformó de manera impactante la mentalidad del tiempo, las elecciones del día 6 de junio han sido un aditivo para poner a funcionar la máquina del futuro.
Pero no hay que olvidarse del presente. Mi amigo, Roy Campos, Presidente de Consulta Mitofsky, nos recuerda continuamente y de manera muy acertada los temas más relevantes de la semana y sigue habiendo una agenda nutrida que resolver todos los días.