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Jueves 31 de Octubre 2024

Nuestra Señora de Częstochowa

Nuestra Señora de Częstochowa
 

El icono de Nuestra Señora de Częstochowa, muy amado y venerado por los polacos, un pueblo siempre fiel, como lo llamó el papa santo Juan Pablo II, ha sido adornado por siglos con vestidos diversos elaborados en láminas de plata y oro y decorados profusamente con piedras preciosas, todos obsequios de este pueblo fiel y devoto, y es costumbre ancestral cambiar de vestido cada Jueves Santo en un rito que es acompañado por el canto de las Letanías Lauretanas.


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Por: Roberto O’Farrill Corona

Atribuido a la mano de San Lucas, el icono de la Virgen Maryja KrólowaPolski o María Reina de Polonia, es reconocible fácilmente por las tres cicatrices que cruzan la mejilla derecha del rostro de la Virgen y por la túnica y el omophorion decorados con flores de liz que la cubren.

Conocido también como la Virgen Negra debido a su color a consecuencia del profuso humo de velas y cirios que la han venerado por siglos, el icono de la Virgen de Częstochowa encuentra su origen en Jerusalén, donde fue hallado por santa Elena, madre del emperador Constantino, en las excavaciones que practicó en el valle del Gólgota y en varios sitios de Judea en rescate de los santos lugares, y de donde lo llevó consigo junto con otras reliquias de la Pasión y Muerte de Jesucristo a Constantinopla, donde estuvo por 500 años para luego ser trasladado al castillo de Belz, en Ucrania, donde permaneció 600 años hasta que el 26 de agosto de 1382, tras el asedio de los tártaros al castillo, a fin de salvaguardar la imagen de las subsecuentes invasiones tártaras, el príncipe Wladyslaw de Opole lo confió a los monjes Paulinos de la Orden de San Pablo Primer Eremita para ser entronizado en su santuario emplazado en la colina de Jasna Góra, en la localidad de Częstochowa, al sur de Polonia.

Escrito sobre un tablón de madera de 122 por 82 centímetros, el sagrado icono muestra a la Virgen Madre de Dios dirigiendo su mirada al espectador para presentarle con su mano derecha a su divino Hijo, quien es el Camino, la Verdad y la Vida, reposado en su brazo izquierdo. El Niño Jesús, que sostiene el libro de los evangelios con su manita izquierda, con la derecha bendice a quienes oran ante él mientras dirige una mirada de serena confianza hacia su Madre. Ambas figuras irradian nimbos de oro.

Las notorias cicatrices en el rostro de la Virgen María fueron causadas por vándalos husitas seguidores del cismático Jan Hus, precursor del protestantismo, condenado por herejía en 1415 por el Concilio ecuménico de Constanza. En 1430, tras atacar el monasterio de los Paulinos, los husitas lo profanaron y saquearon llevándose consigo el sagrado icono, pero al no poder avanzar en su huida, pues los caballos se negaban a avanzar, pensando que el impedimento lo provocaba la Virgen María, arrojaron al suelo la sagrada imagen que, luego de fracturarse en tres partes, fue profanada por uno de los vándalos al pretender destruirlo con su espada dejando las huellas de sus tres afrentas en el rostro de la Virgen, pero no pudo continuar con su destrucción, pues cayó muerto al momento.

El icono pudo ser rescatado y se intentó restaurarlo, pero la inexperiencia de quienes lo intervinieron se tradujo en un deterioro de la imagen original, un deterioro tan grave que tuvo que ser escrito nuevamente hasta quedar tal como luce en la actualidad. No obstante, las tres cicatrices han vuelto a aparecer en los diversos intentos por borrarlas.

El icono de Nuestra Señora de Częstochowa, muy amado y venerado por los polacos, un pueblo siempre fiel, como lo llamó el papa santo Juan Pablo II, ha sido adornado por siglos con vestidos diversos elaborados en láminas de plata y oro y decorados profusamente con piedras preciosas, todos obsequios de este pueblo fiel y devoto, y es costumbre ancestral cambiar de vestido cada Jueves Santo en un rito que es acompañado por el canto de las Letanías Lauretanas.

Son muchos los milagros atribuidos a la intercesión de la Virgen de Częstochowa en favor de su pueblo, milagrosas curaciones y sanaciones de cuerpo, de mente y de espíritu, y varias intervenciones providenciales que han liberado a Polonia de incursiones militares extranjeras, como la invasión de 1655 en la que 300 polacos defendieron el santuario derrotando a 12,000 suecos; el milagro del Vístula, en el que la Virgen libró a Varsovia de la invasión rusa en 1920 tras la aparición de su imagen desplegada en el cielo sobre el río Vístula; de la invasión alemana de 1945; y la invasión rusa de 1948. No es gratuito, entonces, que Nuestra Señora de Częstochowa haya sido coronada y proclamada como Reina y Patrona de Polonia en la Catedral de Lwów desde el 1 de abril de 1656.

Conservado en la capilla del Cuadro de los Milagros, en su santuario de Częstochowa, el sagrado icono se cubre diariamente por las noches con dos hermosas placas de plata repujada y se descubre al día siguiente en un bellísimo ritual que es acompañado con notas victoriosas de armónicas y sonoras trompetas.