Más inconsistencias en el nombramiento de la CNDH
El pasado 12 de noviembre, en el Senado de la República se presenció una escena desafortunada para la democracia y la historia de los organismos públicos autónomos en nuestro país, especialmente para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. La toma de protesta de la ombudsperson estuvo plagada de denuncias, gritos y jaloneos, que dejaron en evidencia las anomalías de una votación viciada por el partido oficial.
Con un compromiso del grupo mayoritario sin cumplir, pretextos para no reponer una votación fraudulenta, acusaciones contra la oposición por no avalar los fraudes cometidos, amenazas de destitución de las presidencias de las Comisiones y un Senado levantándole la mano a Rosario Piedra, es como logró ser nombrada la nueva presidenta de la CNDH. Nada más desventurado para una institución cuya envergadura moral le proveía de fortaleza y legitimidad.
A la CNDH le fue arrebatada su credibilidad e imparcialidad por el capricho de unos cuantos. Por ello, es necesario seguir denunciando las irregularidades que se cometieron durante el proceso: una votación efectiva de 116 senadoras y senadores, de los cuales sólo contabilizaron 114 votos para poder obtener las dos terceras partes; y una carta bajo protesta de decir verdad en la que siendo aspirante al proceso, Piedra Ibarra mintió al Senado al sostener que no ocupaba un cargo de dirigencia partidista, sin embargo, es Consejera Nacional y Estatal de Morena, según consta en el Registro de Dirigencias Partidistas registradas ante el INE.
No se trata de revanchismos políticos como lo ha señalado el titular del ejecutivo federal ni tampoco de posturas conservadoras, se trata de hechos realizados por el partido mayoritario que mediante marrullerías lograron imponer a un personaje en una institución que se había caracterizado desde su creación, como un ente garante, protector, imparcial y de contrapeso para el gobierno, hoy dejan en indefensión a las víctimas de violaciones de derechos humanos de este gobierno.
Cada día, los organismos que deben servir de contrapeso al poder ejecutivo están siendo desarticulados para poner a sus incondicionales, ejemplo de ello es el INE, del cual se pretende modificar su integración para reducir de nueve a tres años la titularidad de dicho Instituto, y con ello, controlar las futuras elecciones. Hoy Morena está construyendo su camino para eternizarse en el poder, y ello, puede ser muy peligroso para México y sus instituciones.
Por: Kenia López Rabadán*
*Senadora PAN / presidenta de la comisión de Derechos Humanos