La Virgen del Axion estin
Apasiblemente reposado en el regazo de su Madre, Cristo aparenta unos cinco o seis años de edad, mantiene una postura frontal y descansa su mano izquierda sobre su rodilla dirigiendo su mirada, al igual que lo hace su Madre, hacia quien los mira a ambos.
Por: Roberto O’Farrill Corona
Ver y Creer |
El himno ortodoxo a la Theotokos o Madre de Dios, que se canta en la Divina Liturgia de la Iglesia Ortodoxa, tiene un origen celestial, pues fue revelado personalmente por el arcángel san Gabriel a un monje novicio en un monasterio del Monte Athos ante el sagrado icono de la Virgen María, conocido como “Misericordiosa”, y que tras la revelación comenzó a ser llamado Axion estin (que significa Es justo) por ser las palabras con las que tiene su inicio el himno.
En este icono, escrito originalmente por alguno de los monjes del Monte Athos, sobre un tablón de madera bruñido en oro, la Virgen María aparece de medio cuerpo, en tres cuartos de perfil, con su cabeza levemente inclinada para unirla con la de su Hijo, a quien sostiene en su regazo con ambos brazos. Ella viste un amplio maphorion color bermellón con finos detalles en oro, como las tres estrellas que dan fe de su virginidad perpetua de las que sólo son visibles dos, pues una de ellas la cubre el Hijo de Dios. Por debajo del maphorion se asoman un delicado velo y la manga de su túnica, ambos blancos.
Apasiblemente reposado en el regazo de su Madre, Cristo aparenta unos cinco o seis años de edad, mantiene una postura frontal y descansa su mano izquierda sobre su rodilla dirigiendo su mirada, al igual que lo hace su Madre, hacia quien los mira a ambos. Él viste túnica dorada con una faja color naranja ceñida a la cintura. Su rostro es notablemente parecido al de ella, una semejanza que nos recuerda que, procedente del cielo y siendo divino, de María recibió su humanidad, y de ella heredó muchos de sus gestos y de sus expresiones así como su mirada y su sonrisa. En su mano izquierda sostiene un pergamino, que también sujeta la Virgen María en su mano derecha, con el texto bíblico: “Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro” (Is 9, 5).
La arcangélica revelación tuvo lugar en el año 982, en la madrugada del 11 de junio, cuando el monje novicio escuchó que alguien llamaba a la puerta de su celda en la que se encontraba sólo y en oración en espera de su maestro espiritual, un anciano monje que se hallaba en la iglesia del monasterio para la vigilia de oración. Al abrir, el novicio vio a un monje desconocido que le pidió permiso de entrar a fin de que juntos proclamaran los cantos de la alabanza matutina. Así lo hicieron hasta que, llegado el momento de magnificar a la Madre de Dios frente al icono de la celda, llamado Misericordiosa, cuando el novicio cantó el tradicional himno que había sido compuesto por san Cosme el Himnógrafo en el siglo VII, que inicia con la aclamación “Oh, más honorable que los querubines”, el visitante lo entonó de otra manera comenzando con las siguientes palabras: “Es justo (axion estin) en verdad magnificarte, Madre de Dios, siempre bienaventurada e inmaculada Madre de Dios nuestro” y luego siguió con la expresión “Más honorable que los querubines e incomparablemente más gloriosa que los serafines, tú que sin mancilla diste a luz al Verbo de Dios, verdaderamente eres la Madre de Dios, te agradecemos”. En obediencia, el novicio le pidió que le escribiera las palabras reveladas, así que el visitante lo trazó, con su dedo, sobre una baldosa del muro como si fuese de cera; después el visitante desapareció, luego de que el novicio alcanzara a preguntarle su nombre, a lo que llanamente respondió: -Gabriel.
Cuando regresó de la iglesia el anciano maestro espiritual, al ver que del icono emanaba una gran luz, se enteró de lo ocurrido, y al notar la inscripción del nuevo himno sobre el muro, comprendió que la celda había sido visitada por el arcángel san Gabriel. La noticia de la milagrosa visita del arcángel se difundió rápidamente por los demás monasterios de la ciudadela monástica del Monte Athos y de allí a Constantinopla, donde San Nicolás II Chrysoberges, Patriarca del año 984 al 996, solicitó la confirmación del suceso. En respuesta, como prueba de la veracidad, en el año 990 los monjes enviaron a la sede del patriarcado de Constantinopla la baldosa del muro de la celda en la que quedó inscrito el canto a la Virgen Madre de Dios. El Icono, por su parte, fue trasladado de la celda monacal a la iglesia de la Dormición, del conjunto monástico, donde se entronizó en lo alto del altar, y donde se conserva y es venerado solemnemente hasta el presente.