La apuesta fallida de Romo
Existe una dicotomía en la área económica de la 4-T. Por las tardes, Alfonso Romo hace amarres con sectores clave para el crecimiento y desarrollo del país. En la mañana, López Obrador los corta. Es un descrédito a su trabajo que comienza a resentirse en la relación existente, la cual nació hace ocho años propiciada por el senador Dante Delgado.
Dobleces |
El reciente choque del presidente Andrés Manuel López Obrador, con los empresarios integrados en el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), es más que una declaración de guerra abierta. La relación con el sector ya se rompió. Ante este escenario de confrontación, el integrante del gobierno de la cuatroté más afectado es Alfonso Romo Garza, supersecretario del Gabinete Económico.
Romo no sólo apostó su capital económico al modelo alternativo de nación de López Obrador, sino sus contactos políticos también los puso en riesgo al jugársela en grande. Romo hasta hace unos años se mostraba como un empresario dinámico. Incluso llegó a estar la lista de Forbes y se ubicaba cercano a círculos políticos de distintos colores. Ahora es un neopolítico que se siente incómodo, después de su paso por el gobierno se ve lejano que vuelva a tener negocios con los integrantes de las cúpulas empresariales. Desde ahora, carga con el estigma de la 4-T.
Carlos Salazar Lomelín, dirigente del CCE, confiaba en reanudar el diálogo en Palacio a través de Romo Garza; sin embargo, tras enviarle 68 propuestas para evitar que la economía de las empresas se vea afectada por la pandemia de coronavirus, pero… el Presidente se adelantó y lo madrugó: “no van a haber rescates para potentados. Si hay una quiebra de una empresa, pues que sea el empresario el que asuma la responsabilidad o los socios o los accionistas, porque el Estado tiene que proteger a todos y no actuar otorgando privilegios para nadie”.
Existe una dicotomía en la área económica de la 4-T. Por las tardes, Alfonso Romo hace amarres con sectores clave para el crecimiento y desarrollo del país. En la mañana, López Obrador los corta. Es un descrédito a su trabajo que comienza a resentirse en la relación existente, la cual nació hace ocho años propiciada por el senador Dante Delgado.
Y es que la visión de Romo se aleja del significado de la transformación del país. Hace 22 años declaró: “Cómo cristiano es mi obligación y como empresario, creo que los mexicanos debemos crear más empresarios”. Pero en la actual crisis económica, el gobierno lo que busca es mermar al empresariado que ve ligado al neoliberalismo y generar en entre la población una dependencia a los programas sociales. No crear más empresarios. De acuerdo con el análisis de Spin-Taller de Comunicación, en la mañanera, López Obrador sólo ha hecho 102 menciones a la frase “apoyo a empresarios”.
Alfonso Romo carece de un apoyo por parte de López Obrador para consolidar un proyecto firme ante la epidemia. Si bien divide su tiempo entre protegerse del Coronavirus, y se encuentra más tiempo en Monterrey, acude a las reuniones convocadas con el Presidente. Pero sus apariciones son escasas y sus opiniones sólo se quedan en el tintero.
Hace unos meses fue obvia la confrontación entre Romo y el exsecretario Carlos Urzúa. Ahora es evidente que el otrora empresario regiomontano se encuentra autodistanciado del círculo de López Obrador. Romo se convirtió en un político sin buscarlo. En su momento, tuvo relación con Carlos Salinas y Vicente Fox pero con ninguno llegó a compartir visiones del rumbo del país. Su error fue ser crédulo, apostar a lo grande y entrarle al juego.
Por: Israel Mendoza Pérez
@imendozape