La Anunciación, de Ústiug
En el Icono de la Anunciación, la escena la preside desde el cielo Dios Padre sentado en su Gloria, en un trono rojo apoyado por querubines.
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Roberto O’Farrill Corona
El icono de grandes dimensiones, conocido como “La Anunciación de Ústiug”, cuyo nombre toma de la ciudad Veliki Ústiug, de Rusia, se remonta a principios del siglo XII cuando fue escrito en el más antiguo monasterio ruso, el monasterio de San Jorge, fundado en el año 1030 y edificado a cinco kilómetros de la ciudad de Novgorod. A mediados del siglo XVI, tras el zaqueo del monasterio perpetrado por el zar Iván el Terrible, el Icono fue trasladado al Kremlin de Moscú.
Las dimensiones del icono son fuera de lo común, pues originalmente medía 229 por 144 centímetros, pero a partir de la restauración del siglo XVI, cuando se le añadieron algunos tablones de madera de pino para conferirle mayor sustento, su medida se amplió a 238 por 168 centímetros.
Escrito sobre fondo de oro con pigmentos naturales bajo la técnica del temple, presenta simultáneamente la Anunciación y la Encarnación, pues el Verbo de Dios, que ya se ha encarnado, se aprecia en la figura del Niño Jesús que se transparenta desde el interior del seno virginal de María. En efecto, el Icono ilustra el texto del Evangelio en el que se narra el acontecimiento de la Anunciación: “Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.” (Lc 1,26-38).
En el Icono de la Anunciación, la escena la preside desde el cielo Dios Padre sentado en su Gloria, en un trono rojo apoyado por querubines. De su mano derecha emana un rayo de luz que se dirige a María, con su mano izquierda sostiene un pergamino, en su cabeza resplandece un nimbo rodeado por serafines y debajo están inscritas sus iniciales.
La Virgen María, de rostro ovalado con grandes ojos, luce ataviada con una túnica de color azul oscuro y un maphorion color bermellón con bordes de oro, aunque sin las tres tradicionales estrellas. Ella se mantiene de pie sobre un tapete, frente al arcángel San Gabriel, aunque no lo mira a él, sino al espectador del icono a fin de presentarle a su divino Hijo, ya encarnado en su seno virginal, con su mano derecha en tanto que con la izquierda sostiene una borla de hilo rojo que es símbolo de la sangre que ella le confiere a Jesús para que adquiera su humanidad. Su cabeza, inclinada hacia la derecha la rodea un discreto nimbo de oro.
El niño Jesús aparece en posición frontal, su cuerpo desnudo, apenas cubierto por un pequeño lienzo, es de un color rojizo. Con su mano derecha, por debajo de su pecho, imparte la bendición, y con la izquierda muestra la palma de su mano. Su cabeza y su rostro, con aspecto de adulto, está rodeada por un nimbo plateado.
El arcángel San Gabriel en todo su aspecto refleja la misión a la que da cumplimiento. Con sus alas abatidas centra su mirada en los ojos de María y le dirige su saludo con la mano derecha en tanto que, en la izquierda, restos de pigmentos indican que sostuvo un cayado de mensajero. Sus alas y sus cabellos son dorados; de su cabeza resplandece un tenue nimbo dorado; su túnica, de color naranja, la cubre un manto blanquiazul; y sus pies calzan sandalias.
Desde 1930, el icono de la Anunciación de Ústiug se conserva en la Galería Tretiakov de Moscú.