Guerra de lodo
En términos jurídicos, los delitos por los que se le acusan a Rosario Robles no tienen puntos de comparación con el caso de Emilio “L”.
Dobleces |
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Después de un año y 3 meses en prisión, Rosario Robles ya se ablandó. Alejada de su hábitat político, a la ex colaboradora de Enrique Peña, sólo le queda apostar su última carta, cantar y de paso blofear mediáticamente para mantener la teoría del encarcelamiento injusto. Aunque no admite el calificativo de presa política.
Al apostar el resto de su suerte al “criterio de oportunidad”, la ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ya declaró la guerra al PRI, al amenazar con señalar Luis Videgaray. Ella lanzó la advertencia: “Seguro habrá quienes nieguen los hechos, pero las pruebas hablarán”. El ex secretario de Hacienda le reviró: “Lamento profundamente que Rosario Robles opté por acusarme sin fundamentos para tratar de liberar su situación legal”.
Pero esta parte es el colofón de una carrera política que se apaga para no volver a brillar en el firmamento de la clase política. Su salida del PRD a raíz de los videoescándalos de 2004, su declarada confrontación con Morena y la cuatroté; así como ahora con el PRI por amenazar con “hablar con la verdad” se le hace un enorme vacío a su ya desprestigiada carrera.
Desde que Emilio Zebadúa, su Oficial Mayor en Sedatu y Sedesol, se acercó a la Fiscalía General de la República y se metió en la oscuridad jurídica ofrecida por el Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, prendió las señales de la exfuncionaria ya que en octubre pasado comenzaron los acercamientos con sus excolaboradores para llegar a “acuerdos” y ofrecer impunidad a cambio de revelar nombres de alto rango en el sexenio pasado y fechas de movimientos financieros escandalosos.
Como parte de su negociación para obtener el beneficio de ser testigo protegido, Zebadúa reveló que Robles fue quien le dio indicaciones para operar los contratos de las dos dependencias federales. Así comenzó a echarle aire a los flotis que necesita para evitar pisar la cárcel y de paso engordar la burbuja de ataques contra la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Lo que la FGR quiere es tener esclarecimiento de los hechos, saber qué pasó y cómo se llevaron a cabo los convenios, quiénes participaron, quién dio la instrucción, como es que terminaron decidiendo cuáles eran las empresas que se contrataban y dónde quedaron esos recursos. Es decir, nombres relevantes del sexenio pasado para mantener activa la cruzada anticorrupción echada a andar por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El apegarse al criterio de oportunidad y colaborar con la fiscalía es reducir su tiempo en prisión y a final de cuentas apuesta a la ruptura con todos los partidos por los que pasó y dejó una estela dudas sobre su honestidad. A final de cuentas ella sabe que ya no volverá a lo que fue su vida política por ello está dispuesta a iniciar la guerra de lodo.
En términos jurídicos, los delitos por los que se le acusan a Rosario Robles no tienen puntos de comparación con el caso de Emilio “L”. Por ello no puede ser testigo colaborador y con ello darle el beneficio de un pacto con la cuatroté para convertirse en delatora de un gobierno que le dio amplios espacios políticos en el segundo aire de su carrera.