Doña perpetua y sus rivales
Dobleces | La guerra interna de Morena comienza a desgastar la imagen del partido que llevó al poder al presidente Andrés Manuel López Obrador. El relevo en la dirigencia es un pleito engorroso que evita el crecimiento como fuerza política y sobre todo como partido como opción para ser un proyecto transexenal. El choque […]
Dobleces |
La guerra interna de Morena comienza a desgastar la imagen del partido que llevó al poder al presidente Andrés Manuel López Obrador. El relevo en la dirigencia es un pleito engorroso que evita el crecimiento como fuerza política y sobre todo como partido como opción para ser un proyecto transexenal.
El choque entre Yeidckol Polevnsky, dirigente nacional, Mario Delgado y Alejandro Rojas Díaz Durán, ambos aspirantes a la dirigencia del partido, deja al descubierto una ambición desmedida de Polevnsky Gurwitz por mantener el control del partido con visos a dejar planchadas las candidaturas rumbo a 2021.
El termómetro electoral le indica que aún la marca López Obrador le puede acarrear ganancias políticas y terminar de acomodar los compromisos adquiridos desde la campaña de 2018 con diversos sectores.
Lo más reciente es que el proceso interno de ese partido político hacia la dirigencia nacional continuará hasta que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resuelva las cuatro impugnaciones presentadas.
En ellas, lo que está en juego es la validez legal a todos los actos que han sido violatorios de los derechos políticos y partidistas de los militantes, como consecuencia de una convocatoria violatoria de los Estatutos, de las leyes y de la propia Constitución.
Lo peor son las visiones trasnochadas del mismo partido, el experredista Pablo Gómez justifica, vía un cable de Notimex, que Morena debe mantenerse como un movimiento popular con una dirección formal, sin burocracia, pero con una serie de puntos de referencia donde haya el encuentro de sus integrantes. Incluso, no debe verse como un partido propiamente dicho en el sentido tradicional, incluso por su historia.
Es claro que Gómez Álvarez espera que se mantenga como un partido de mil cabezas, sin formalidad ni de acompañamiento al poder presidencial. A final de cuentas el empoderamiento de diferentes grupos es la especialidad para generar tensiones. La sana distancia a final de cuentas trae abandono a las fuerzas políticas.
La preocupación es que se comience a conforma un partido con una dirigencia que se comience a debilitar y el mismo desgaste del poder los lleve a la pérdida de espacios conquistados. La falta de certeza a la militancia y las irregularidades del padrón son factores para que se tenga un partido atomizado y todo por la insistencia en que el partido no tiene la solvencia de resolver sus conflictos internos y requiere del matriarcado de Yeidckol.
El temor de la perredización de Morena se acerca conforme a la actual dirigente traza un proyecto de continuidad o mejor dicho de convertir su imagen de política en la caricatura de “doña perpetua”.
A final de cuentas un partido nacido en la lucha democrática y la defensa del voto tiene la obligación de ser congruente y defender la democracia interna. Esa es su bandera y su esencia. Sin embargo, se encaminan a una reelección o visto en tiempos actuales, Yeidckol Polevnsky va a una “extensión de mandato” en fast track.
Israel Mendoza Pérez
@imendozape