¿Democracia en riesgo?
Las crisis registradas dieron paso a un fortalecimiento institucional que generó espacios y contrapesos que a la postre permitieron por primera vez en la historia un Congreso que no fuera de mayoría priista, un órgano electoral independiente y la salida del PRI de la Presidencia, luego de 71 años de opacidad, corrupción y excesos de todo tipo.
Por: Juan Carlos Zepeda*
Todavía recuerdo cuando recibí aquella llamada: –Le dispararon al Candidato. – ¿Qué? ¿De qué hablas? ¿A cuál Candidato? Y sí, Luis Donaldo Colosio había sido asesinado en un paraje de Lomas Taurinas el 23 de marzo de 1994. Ese fue un año de crisis y contrastes: el 1 de enero entró en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá, al mismo tiempo que aparecía públicamente el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Carlos Salinas de Gortari y el Subcomandante Marcos acaparaban la atención por diferentes razones pero unidos por un mismo hilo conductor: México buscando su paso a la modernidad desde las amplias reformas económicas, pero en medio de una de las peores crisis sociales de su historia.
Veintisiete años han pasado y los avances democráticos que se han registrado deben reconocerse y valorarse. Las crisis registradas dieron paso a un fortalecimiento institucional que generó espacios y contrapesos que a la postre permitieron por primera vez en la historia un Congreso que no fuera de mayoría priista, un órgano electoral independiente y la salida del PRI de la Presidencia, luego de 71 años de opacidad, corrupción y excesos de todo tipo.
Hoy en día, debemos reconocer cuando una democracia como la nuestra puede estar en riesgo, no a través de asesinatos o golpes militares, sino mediante la acción política que todo lo absorbe desde el poder. Y justo Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en su libro “Cómo mueren las democracias”, advierten las maneras de hacer quebrar una democracia, “de un modo menos dramático pero igual de destructivo, no ya a manos de generales, sino de líderes electos, de presidentes o primeros ministros que subvierten el proceso mismo que los condujo al poder. Algunos de esos dirigentes desmantelan la democracia a toda prisa, como hizo Hitler en la estela del incendio del Reichstag en 1933 en Alemania.”
Los evidentes saldos sociales del sistema global enfatizados con la Pandemia han provocado que nuevos y viejos liderazgos, basados en la promesa de una verdadera transformación, crezcan y se consoliden, muchos de ellos basados no solo en lo demagógico y populista, sino sobre todo, y ahí radica el peligro, en sistemas autocráticos radicales, esos que piden unidad alrededor de un solo hombre y que prometen eliminar “la sed de justicia” de sus pueblos.
Algunos de los elementos más relevantes de cómo las democracias se erosionan lentamente serán plasmados en la siguiente colaboración, pero se destaca inicialmente que las instituciones se convierten en armas políticas, esgrimidas enérgicamente por quienes las controlan en contra de quienes no piensan igual: “Y así es como los autócratas electos subvierten la democracia, llenando de personas afines e instrumentalizando los tribunales y otros organismos neutrales, sobornando a los medios de comunicación y al sector privado (u hostigándolos a guardar silencio) y reescribiendo las reglas de la política para inclinar el terreno de juego en contra del adversario”, señalan Levitsky y Ziblatt.
* Maestro en Historia del Pensamiento
Socio Director de FWD Consultores