Ahora si
No sólo ha ganado la democracia, se han fortalecido las instituciones, se ha equilibrado el poder y se ha aportado un balance político relevante.
Rompecabezas |
Por: Carlos Herrero
Ya pasaron las elecciones. Ya se escrutaron los votos. Ya se declararon los resultados. El sistema electoral mexicano funciona muy bien y ha mostrado su capacidad institucional. Ningún heroísmo por parte del INE y del sistema electoral, pero sí una notable acción de seriedad, eficiencia y seguridad. Es su misión.
Después del día D, viene la realidad. Nuestro país tiene un poder algo más balanceado, ha mostrado su capacidad para fortalecer el sistema democrático, ha superado un momento decisivo con todo lo que representaba. Ha dado un voto de confianza limitada y un aviso a navegantes a la presidencia.
¿Qué pasa por la mente de nuestro presidente? ¿Qué pasa por la mente de los partidos, los “ganadores”, los “perdedores”? ¿Qué pasa por la mente de cada uno de los votantes? ¿Qué pasa por la mente de los estados de la república? ¿Qué pasa con la Ciudad de México dividida en dos bloques prácticamente similares? El común denominador podría consistir en que todos hemos ganado. Pero eso no refleja la realidad.
El hecho de que el partido del presidente haya logrado una mayoría absoluta pero no cualificada y un número importante de estados, significa que Morena sigue ofreciendo una certeza a sus votantes, aunque hay un porcentaje de los que votaron al movimiento en el 18 que no lo han hecho en el 21. Se mantienen en la preferencia pero también pierden efectivos. Permanece la idea de la 4T, pero sin todo el poder que se la había concedido.
Aparece un voto duro de castigo a Morena y a Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México que aparece dividida en dos partes bien diferenciadas. Como dos hemisferios cerebrales. La clase media no ha votado por Morena en prácticamente la mitad de las alcaldías del bastión que representa la capital. Acaso sea el lugar donde más se haya demostrado el descontento. Y no sólo por el accidente de la Línea 12 del metro. Hay quien no ha visto con claridad una cuarta transformación de carácter serio. Esta división del voto, muestra claramente dos países geopolíticos y económicos. Si la Ciudad de México es de izquierda, la mitad de los votantes son de una izquierda descontenta con la gestión actual.
Por otra parte, por fin aparece una oposición, aunque de conformación muy complicada. PRI, PAN y PRD, no pueden ser más distintos en origen, historia, ideología y visión. Lo único que los une es la lucha opositora contra un partido gobernante. Estas coaliciones tienen vida corta y atrabancada. Hay que tenerlo claro desde ahora. El PRI y el PAN aparecían desdibujados, desalentados, fuera de juego. Y sin embargo, el afán opositor los ha levantado de nuevo. Claramente requieren de los líderes que tuvieron en el pasado, capaces de grandes estrategias y acciones políticas.
En los estados la lucha es local y cuerpo a cuerpo. El Estado de México y Nuevo León conforman entre un 10 y un 15% de la población del país. Su poder económico es notable. Lo que sucede ahí, sin menospreciar a otros estados, influye en todo el país. En el Estado de México vemos una fuerza repartida del voto, con mucha fuerza de partidos como el PAN en Metepec y Huixquilucan. En Nuevo León, cansados del bipartidismo y después de un sucedáneo como el gobierno del Bronco, se están lanzando por Movimiento Ciudadano, con un candidato como Ismael García, aparentemente novato en ideas políticas. Serán dos estados que darán mucho que hablar en los próximos años y que gestarán opciones políticas muy interesantes.
El gran referéndum sobre el presidente se presentaba a la sombra de la mayoría cualificada y la presencia mayoritaria de Morena en los estados para los posibles cambios constitucionales. El país ha dicho no de manera indirecta a esta posibilidad no planteada de forma explícita. Como es obvio la garantía de la constitución, fortalece al estado mexicano y a la institucionalidad del mismo más allá de caudillismos o exageraciones en el poder.
Los partidos de ideales inciertos como el PES, REDES SOCIALES CIUDADANAS, pierden el registro de manera evidente. Los partidos cuyo origen es claro pero que no están en sus mejores horas como el PRD, se mantienen porque aportan un valor al sistema democrático. Crecen el Partido del Trabajo, frente al cual siempre cabe la pregunta de quién y dónde se le vota y el Partido Verde, que consigue un porcentaje consistente de votos elección tras elección.
Sorprende una vez más la inteligencia del electorado mexicano. Aprecia la cuarta transformación, pero acota poderes. Castiga duramente al gobierno de la capital. Deja que aparezca por la esquina la oposición. Otorga poderes locales para resolver problemas locales. No apoya a partidos de nuevo cuño. Mantiene a partidos bisagra como el del Trabajo y el Verde.
No sólo ha ganado la democracia, se han fortalecido las instituciones, se ha equilibrado el poder y se ha aportado un balance político relevante.
Queda una duda, que se ha ido despejando ligeramente en las conferencias mañaneras: qué decisiones tomará el presidente frente a un poder que requiere respeto institucional y negociación.
Este es el México de hoy, a horas de haberse celebrado este referéndum.