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Viernes 15 de Noviembre 2024

Un día como hoy pero de 1913 murió José Guadalupe Posada

 

Posada trabajó para una gran cantidad de publicaciones y periódicos a lo largo de su vida. En esa época, una buena parte de la población mexicana no sabía leer ni escribir; por lo tanto, era importante que las ilustraciones periodísticas fueran lo suficientemente expresivas.


José Guadalupe Posada fue un grabador, ilustrador y caricaturista mexicano. Nacido el 2 de febrero de 1852 en la ciudad de Aguascalientes, Posada demostró tener dotes artísticas desde pequeño. Al percatarse de que tenía una gran habilidad para dibujar, su hermano mayor Cirilo lo inscribió en la Academia Municipal de Dibujo de Aguascalientes. A los 16 años, comenzó a trabajar como aprendiz en el taller de José Trinidad Pedroza, donde aprendió el arte de la litografía.

En pocos años, Posada se convirtió en un miembro fundamental del equipo de Pedroza. Su primer trabajo importante llegó en 1871, cuando creó una serie de 11 litografías para El Jicote, un periódico de oposición. Sus ilustraciones criticaban al gobernador de Aguascalientes, José Gómez Portugal, y lo iniciaron como caricaturista político. Posada eventualmente abriría su propio taller en León, Guanajuato, antes de trasladarse a la Ciudad de México en 1888.

Posada trabajó para una gran cantidad de publicaciones y periódicos a lo largo de su vida. En esa época, una buena parte de la población mexicana no sabía leer ni escribir; por lo tanto, era importante que las ilustraciones periodísticas fueran lo suficientemente expresivas para atraer la atención de la gente. Posada demostró tener una habilidad excepcional para ello, y sus grabados de calaveras rápidamente se ganaron el aprecio del público.

El trabajo de Posada se dirigía sobre todo a la clase obrera, evidenciando las desigualdades y el sufrimiento del pueblo a través de la sátira y el humor. Sus ilustraciones criticaban los excesos de las clases políticas a la vez que retrataban el estilo de vida del mexicano común. Más que plasmar la solemnidad de la muerte, las calaveras de Posada están llenas de vitalidad: sus personajes bailan, montan en bicicleta y se reúnen para celebrar fiestas. Las calaveras representan todo tipo de personajes, desde políticos y revolucionarios hasta bandoleros y damas de la alta sociedad; después de todo, como bien dijo Posada, “la muerte es democrática”.

Además de crear caricaturas para los periódicos, Posada también ilustró calaveras literarias. Estos poemas cortos, típicos del Día de Muertos, hacen burla de la muerte y ridiculizan a personas de jerarquía superior al hablar de ellas como si estuvieran muertas.

Buena parte de vida profesional de Posada tuvo lugar durante el Porfiriato. Si bien este periodo trajo grandes avances tecnológicos y relativa paz al país, también desencadenó un enorme aumento en la desigualdad social. Con esto en mente, Posada creó la Calavera Garbancera en 1910. Hoy conocida como La Catrina, esta caricatura porta un gran sombrero de plumas, reminiscente a los que se usaban en Europa a principios del siglo XX. El término “garbancera” se utilizaba para describir a las personas de sangre indígena que pretendían ser europeas, rechazando su raza, herencia y cultura. La calavera no lleva ropa, ilustrando la gran hipocresía de estas personas: “En los huesos, pero con sombrero francés con sus plumas de avestruz”.

El trabajo satírico de Posada continuó incluso después del estallido de la Revolución mexicana, criticando también el gobierno de Francisco I. Madero y las campañas de Francisco Villa. Posada siguió trabajando incansablemente en su taller hasta su muerte en 1913. Desafortunadamente, el grabador murió casi en el anonimato, tan pobre como había nacido.

Si bien José Guadalupe Posada no fue famoso durante su vida, su trabajo no pasó desapercibido entre los artistas de la época. Las nuevas generaciones apreciaban su estilo costumbrista y su cercanía con el pueblo.

Uno de sus grandes admiradores fue Diego Rivera, el famoso muralista mexicano. La admiración de Rivera hacia el trabajo de Posada fue tan grande que incluso lo incluyó en uno de sus murales más famosos, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. La Catrina es una de las figuras centrales de la pieza; además de su característico sombrero, la calavera viste un vestido afrancesado y una boa de plumas que evoca a Quetzalcóatl, el gran dios mexica. A su lado derecho se encuentra Posada, quien le ofrece su brazo de manera galante, mientras que una versión infantil de Rivera y Frida Kahlo se sitúan a su izquierda.

Sin embargo, la influencia de Posada va mucho más allá del muralismo. Gracias a la difusión de Diego Rivera, otros artistas retomaron el personaje hasta consolidarlo como una imagen representativa de la cultura mexicana.

Hoy en día, las calaveras son un símbolo por excelencia de la mexicanidad, y están presentes desde en el maquillaje para las celebraciones del Día de Muertos hasta en películas y tatuajes. En las calacas, el mexicano ha encontrado una fuerza unificadora. “A fin de cuentas”, dijo Posada alguna vez, “güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”.