Se cumplen 36 años del fallecimiento de Julio Cortázar
Fue un autor innovador de relatos cortos, novelas y prosa poética. Julio Florencio Cortázar nació en Bélgica el 26 de agosto de 1914.
Hoy, 12 de febrero, se cumplen 36 años de la muerte, en París, de Julio Cortázar, el escritor argentino que engrandeció la literatura en castellano. Se convirtió en uno de los grandes renovadores del género narrativo que un grupo de escritores hispanoamericanos llevaron a cabo y que supuso que la novela y el cuento en lengua castellana fuesen los más importantes del mundo desde mediados hasta finales del siglo XX.
“Un argentino nacido en Europa pero con nacionalidad francesa”: así se explica la compleja figura humana, cultural y literaria que hay en este hombre con la curiosidad, el alma y la mirada de un joven. Le gustaban el boxeo, el jazz, el compromiso político, la solidaridad y la amistad, la pintura… y de todo ello deja abundantes muestras en su literatura.
Julio Cortázar nació en Bruselas (1914), donde su padre trabajaba como oficinista en la embajada argentina. Con muy pocos años, la familia volvió a Buenos Aires. El padre los abandonó, y quedaron su madre, su hermana (siempre enferma) y el niño en una situación muy difícil. Siendo adolescente, cayó él también enfermo y estuvo varios meses encamado, pero aprovechó para leer todo lo que cayó en sus manos y para iniciar un viaje ya sin retorno con los libros y la literatura. A los 9 años ya había leído a Julio Verne, Víctor Hugo y Edgar Allan Poe, y solía pasar horas con un diccionario Pequeño Larousse. Leía tanto que su madre primero acudió al director de su colegio y luego a un médico para preguntarles si era normal, y estos le recomendaron que su hijo dejara de leer o leyera menos durante cinco o seis meses, y que saliera a tomar sol.
Fue también un escritor precoz y ya con muy buena mano, pues su madre dudaba de que su hijo fuese el autor de los relatos que él le enseñaba. Lo que acababa disgustando enormemente al joven escritor, como él mismo contaría. Estudió Magisterio, y se especializó en letras. Después empezó Filosofía y Letras, pero las necesidades económicas de su madre y su hermana cambiaron sus planes: abandonó los estudios después del primer año y se puso a trabajar como maestro en un pueblo perdido de La Pampa argentina. En 1944 se trasladó a la ciudad de Mendoza, en cuya universidad impartió cursos de Literatura Francesa.
En estos años publica algunos poemas y sus primeros cuentos, por ejemplo, Casa tomada o Bestiario en la revista Los Anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges.
SALTO A EUROPA
En 1951, y por sus desencuentros políticos con el régimen de Perón, se instala en París, ciudad en la que residirá el resto de su vida, con estancias cortas en Argentina y viajes por América Latina y Europa. Los primeros años en la capital francesa son muy duros por la penuria económica con la que tiene que vivir y que comparte con Aurora Bernárdez, una traductora argentina de ascendencia gallega con la que se casa en 1953.
Con ella afrontará el encargo que le hace la Universidad de Puerto Rico de traducir al castellano la obra de Allan Poe. Tardará un año en hacerlo, y esta traducción está considerada por los críticos como la mejor que se hizo nunca de la obra del escritor estadounidense.
Este trabajo no solo alivia las estrecheces de la pareja, sino que convierte a Cortázar en un apasionado admirador de Poe, que tanto habrá de influir en su obra narrativa, especialmente en sus cuentos. En 1967 se separa de Aurora Bernárdez, e inicia una relación con la lituana Ugné Karvelis, con la que nunca se casó, pero que tuvo una gran influencia en su posicionamiento político de gran simpatía por las revoluciones sociales que se estaban produciendo en América Latina, con Cuba y Nicaragua en lugar preferente.
«Rayuela» (1963)
Rayuela es la primera novela de Cortázar y supuso una auténtica conmoción por su complejidad estilística y por su singular composición, que permite al lector varios modos de seguir la lectura. Aunque calificar Rayuela de novela no deja de ser un convencionalismo, porque es imposible clasificar este libro tan rompedor, a caballo de la autobiografía, la crítica literaria, el ensayo filosófico y la ficción. Podíamos decir que es un viaje hacia el interior del autor y una reflexión sobre el proceso mismo de escribir.
El texto (cuyos capítulos, como señaló el propio escritor, se pueden leer de forma aleatoria) está estructurado en tres partes. La primera se centra en la relación imposible entre Oliveira, un expatriado argentino en París, y la Maga, una mujer uruguaya que cuida un bebé. Los dos son miembros del peculiar club de la Serpiente, ubicado en un desastrado local donde sus amigos se emborrachan, se cuentan sus añoranzas y escuchan jazz en un viejo tocadiscos. La segunda narra el viaje de Oliveira a Buenos Aires y su reencuentro con un compañero de juventud. Se gana la vida de manera precaria como vendedor de telas y convive en la habitación de un hotel barato con su antigua novia. Y en la tercera se mezclan materiales dispersos y aparentemente incoherentes, entre los que figuran recortes de periódicos, citas de libros, reflexiones filosóficas, diálogos y poemas.
La obra se articula en 155 parágrafos, cada uno de los cuales tiene sentido de forma autónoma. La prosa limpia y transparente invita a ser leída en voz alta por su gran musicalidad, no en vano Rayuela es un homenaje al jazz clásico, con referencias a intérpretes como Charlie Parker, Coleman Hawkins o Lester Young.
Otras obras
- «62 Modelo para armar» (1968, novela). Nace de la idea de desarrollar el capítulo 62 de Rayuela. Cortázar experimenta con las palabras y hace desaparecer los capítulos. Los personajes alternan los idiomas, y pasan indistintamente del español al inglés o al francés.
- «Libro de Manuel» (1973, novela). Es conocida como la gran novela política del autor. En ella plasma su interés por los movimientos revolucionarios de los años setenta.
- «Bestiario» (1951, cuentos). Es el primer libro de relatos que Cortázar publicó con su nombre auténtico, y no como Julio Denis, su seudónimo cuando todavía residía en Argentina. En esta obra ocho relatos que con el tiempo son considerados pequeñas obras maestras de la literatura por su capacidad para pasar de tratar objetos y hechos cotidianos a lograr la dimensión de una pesadilla o revelación de un modo natural que acaba provocando sorpresa y que incita a la reflexión.
- «Las armas secretas» (1959, cuentos). Viviendo ya en París, Cortázar publicó con este título una recopilación de cinco relatos entre los que destaca El perseguidor, considerado como uno de sus cuentos más importantes. La obra marca un antes y un después, ya que con ella inaugura una manera de moverse por la realidad mediante un análisis múltiple de esta.
- «Todos los fuegos el fuego» (1966, cuentos). Reúne ocho relatos que maravillan por el contraste entre su trabajada composición y la transparencia de su prosa. Es considerado un clásico de la literatura castellana y varios de estos títulos (como, por ejemplo, La señorita Cora o La autopista del sur) siguen siendo celebrados en distintos idiomas.
- «Alguien que anda por ahí» (1977, cuentos). Siete cuentos que abarcan diversos géneros y diferentes temas. Su publicación fue censurada en Argentina por el régimen militar.
- «Queremos tanto a Glenda» (1980, cuentos). Diez cuentos antológicos de un Cortázar convertido ya en un maestro del relato corto, con un dominio total de su deseo literario preferente: mostrar cómo lo fantástico surge dentro de la vida cotidiana y la enorme complejidad de lo que consideramos real. El título es el de uno de los cuentos, dedicado a la gran actriz inglesa Glenda Jackson.
- «Deshoras» (1982, cuentos). Es el último libro de cuentos que publica en vida. Son ocho relatos que se mueven en los mismos parámetros de su teoría literaria. Destacan el que da título al libro, Segundo viaje y Diario para un cuento.
- «Historias de cronopios y de famas» (1962, prosa breve). Obra única en su estructura, formada por relatos muy breves, a veces de un breve párrafo, organizados en tres partes. Cumbre del realismo mágico.
- «Los autonautas de la cosmopista» (1983). La última mujer de Cortázar fue la fotógrafa y escritora canadiense Carol Dump, mucho más joven que él. Con ella escribió este libro. Desde el 23 de mayo al 27 de junio, la pareja hizo un viaje en furgoneta desde París a Marsella por autopista parando en cada zona de descanso, por lo que tardaron más de un mes en recorrer sus 500 kilómetros. Carol murió seis meses después de este viaje. Tenía 34 años. Cortázar la sobrevivió dos años más. Murió el 12 de marzo de 1984, en París, en donde está enterrado, cuidado por su primera mujer, Aurora Bernárdez, que fue la heredera de toda su obra literaria.