#OpiniónCapital Y odiarás a tu compañero de partido
¿Ahora quién hará esta elección? ¿Un partido que se perfila desde una congregación? ¿Un partido que ha perdido el poder y sólo gobierna 46% de las entidades del país? ¿Un partido que en el cambio generacional no se sabe lo que va a resultar?
Hay un viejo dicho que asegura que en política “hay enemigos, hay enemigos mortales y compañeros de partido”.
Del PAN ni hablamos, alguien me podrá explicar cuando empiecen las campañas, qué partido quedará entre Anaya, Zepeda y todos los que se han ido. Pero en fin, reconozco que hay un cambio generacional.
Del PRI, ¿de qué PRI podemos hablar? ¿El de los tecnócratas, el de que aquellos que todo lo compraban, el de aquellos que todo lo podían alterar? ¿A dónde fue el PRI en Puebla, en Nuevo León, en Veracruz?
Porque al parecer sólo les queda como bastión el Estado de México.
Es decir, los priistas fuera del poder y de esos instrumentos llamados presupuestos, dinero –cosas sin importancia–, acarreo, despensas, cachuchas y playeras, ¿van a ganar las elecciones sólo con la pureza democrática y la fuerza de las convicciones ideológicas que les acompañan?
¿Qué cálculo estamos haciendo? ¿Esta elección será con o sin partidos?
Porque Morena no es un partido, es una congregación formada en torno a un líder espiritual que se ha tenido que vestir de partido para poder transitar por los estrechos márgenes del sistema electoral mexicano.
En ese sentido, López Obrador se pudo haber presentado como independiente, pero él no es independiente, él es militante permanente de las esencias que conformaron al mejor PRI.
Por su parte, el PRD fue importantísimo, hubo una vez que hasta parecía que éramos libres, de izquierda y limpios. Primero, porque en 1988 tuvimos un hombre de Estado llamado Cuauhtémoc Cárdenas.
Segundo, porque después llegó el gobierno de izquierda a la Ciudad de México y hubo un cambio fundamental: México nunca hubiera sido el mismo sin Cuauhtémoc o sin Porfirio Muñoz Ledo. Y, finalmente, la lección de cómo ser político de Salinas de Gortari, que empezó siendo su enemigo irreconciliable y terminaron siendo los constructores del moderno Estado mexicano.
¿Ahora quién hará esta elección? ¿Un partido que se perfila desde una congregación? ¿Un partido que ha perdido el poder y sólo gobierna 46% de las entidades del país? ¿Un partido que en el cambio generacional no se sabe lo que va a resultar?
¿O es que en este cambio los partidos importantes ya son, por ejemplo, los evangelistas del Encuentro Social?
No se confunda, porque esto no es una elección presidencial, esto es un cambio de régimen. La gran duda es si los partidos históricos que diseñaron a México van a quedar como una representación testimonial y residual.
Pero, en cualquier caso, saber quién representa hoy al pueblo mexicano no es una pregunta menor, porque quien conteste eso podrá saber qué es lo que va a pasar después del gran tsunami del 1° de julio.
Antonio Navalón/@antonio_navalon
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
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