OpiniónCapital Todos contra uno
... por primera vez en algunas semanas, el candidato puntero de las encuestas: López Obrador, apareció humilde
Que doce años no son nada. Muchos momentos del debate eran como un viaje en el tiempo y en vez de estar Meade, Anaya, Zavala y Jaime Rodríguez “El Bronco”, era como si hubieran estado presentes Roberto Campa, Felipe Calderón, Roberto Madrazo y López Obrador.
Para vergüenza de todos ellos y nosotros, siguen siendo los mismos o peor. La corrupción, la violencia y el desorden siguen creciendo de manera meteórica.
Y en medio de todo eso, “El Bronco”, con el desenfado de que ya le salió una vez – porque poco tiene que perder- dio frescura y comenzó su intervención con un desgarrador recuento de las experiencias, que ha pagado por la situación general de inseguridad que vive el país.
De los demás, se ve claramente quién está cómodo y se siente seguro en su lugar y quién tiene que andar vendiendo todavía -como si fuera un spot- la propaganda de que él puede ser el candidato.
Meade, como se esperaba fue preciso, concreto, moderado y con conocimiento. Qué pena que detrás de cada palabra que dice, exista toda una historia -que, si bien no es personal, es institucional- que pueda aplastar lo que dice.
Margarita Zavala muy bien asesorada, pero en un papel que no termina de entender ni de creerse muy bien. No obstante, es la que empezó con un diferencial a favor y es la que todo lo que no dijo, y lo que dijo le seguirá haciendo crecer.
Sorprendente lo de Jaime Rodríguez, de córtale la mano a los rateros, porque de eso a aplicar la ley sharía (ley islámica) hay un paso. Eso es exactamente lo que prevé la ley en el mundo islámico, para los que roban.
¿Y los que matan? ¿Les cortaremos la cabeza? Y a los que secuestran, ¿Qué haremos? ¿Secuestraremos a su familia?
Creo que en algún punto, El Bronco -que también forma parte de la sociedad y no es al único que le han pasado cosas terribles en su vida-, debe entender que hace muchos años, alguien llamado Gandhi descubrió que “ojo por ojo y el mundo termina ciego”.
¿Esa es la mejor democracia y la campaña más vigorosa? Creo que sí.
¿Por qué? Porque verlos ahí tal como son, con todas las trampas y todo el cartón que tiene cada uno de ellos -pero viviendo el papel, donde al final del día y después del casting uno se pone la banda y se sienta en la silla del águila- es algo que necesita ver una y otra vez, aunque sólo sea para preguntarse: ¿por qué nos gusta que nuestros políticos sean marcianos y olvidamos que siempre tuvieron pasado? Y, ¿cómo es posible que no exista el límite en el mundo político, para venir y estar mandando durante 20 años -de una manera o de otra, con pobres o sin ellos- y amanecer de nuevo en cada debate y propuesta, como si no tuviera algo que ver el caos imperante.
Esperaré el siguiente debate y no soy quién para dar ninguna recomendación, pero sí agradezco la posición humilde del candidato Juntos Haremos Historia. Porque antes, había vivido una semana de una situación de prepotencia, que es insana para la democracia y con la independencia de cuál sea su coste electoral.
Antonio Navalón/@antonio_navalon
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
smg