OpiniónCapital Todo es posible
Trump no busca una raza aria, ni quiere un Reich de los mil años; él simplemente quiere demostrar que le da igual lo que piense su partido o los límites que pudiera tener al decidir sobre la permanencia de alguien como Rex Tillerson
Cuando el Führer era el protagonista del Tercer Reich en Alemania, el mundo se preguntó dónde estaban sus límites, y fue después de millones de muertos cuando descubrió que no existían.
La ignorancia, la sugestión y el fanatismo pueden ir muy lejos, sobre todo porque los muertos que se han provocado en la historia, se han justificado bajo la intención de crear un mundo mejor.
Y no quiero comparar a Donald Trump con el Führer; pero sí me gustaría destacar que, una vez más, el magnate nos ha demostrado que, en su condición de comandante en jefe de la primera potencia del mundo, no tiene límites.
Trump no busca una raza aria, ni quiere un Reich de los mil años; él simplemente quiere demostrar que le da igual lo que piense su partido o los límites que pudiera tener al decidir sobre la permanencia de alguien como Rex Tillerson en la Secretaría de Estado.
Y en ese sentido, tenemos dos noticias, la buena es que por primera una mujer dirigirá la CIA y, la mala es que después de despedir a Tillerson con humillación vía Twitter, Trump tomó su avión y se fue a California para visitar su muro, es decir, su éxito contra nosotros los mexicanos.
Primero, porque una vez considerando que él no tiene límites, nosotros –sus víctimas inmediatas– debemos ser conscientes de que todas las agresiones contra el sentido común que él hace, las perpetra, en primera instancia, sobre nuestros hijos, nuestra carne y nuestro idioma.
Y segundo, porque la práctica política y diplomática dicen que hay que llevarse bien con todo el mundo– sobre todo con el jefe–, menos cuando él ni te ve, ni te escucha y para lo único que en verdad te considera, es para levantar el muro y ofenderte.
Naturalmente, Trump es parte de una pesadilla de la que espero que todos podamos sobrevivir; pero al final, vivimos día a día; y una cosa es que tengamos aspiraciones y sueños, y otra es que podamos aguantar esta insoportable realidad.
Una realidad donde, no obstante que el señor canciller, los señores políticos y los señores gobernantes de nuestro país comprueban constantemente que el presidente del imperio del norte no tiene límites, sí debemos tenerlos en nuestra dignidad y en nuestro sentido del sufrimiento.
Tillerson no hizo nada por nosotros; es más, no pudo hacer nada por nadie, porque con Trump nadie puede hacer nada por los demás; por eso hay que seguir intentando y esperando que, en algún momento, en alguna hora de la noche –por su yerno, por su hija, por sus nietos o hasta por sus aventuras pagadas con actrices porno– podamos tener una esperanza de que nos contemple; ya que por ahora ni siquiera contempla la tragedia que significa para su país, porque definitivamente no tiene límites.
Antonio Navalón/@antonio_navalon
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
smg