OpiniónCapital Reforma educativa va
México no puede permitir que un candidato presidencial decida colocar en la mesa de las negociaciones con los retardatarios disidentes magisteriales el futuro de sus hijos
Un pueblo sin un proyecto educativo viable y realizable que impulse a su sociedad para capitalizar los avances del conocimiento está condenado a vivir en el pasado. La historia nos ha demostrado que la única oportunidad que tienen los hombres y mujeres libres de una sociedad es la educación, para que el desarrollo de habilidades sea el principal motor que propicie el bienestar común.
La única oportunidad que tienen los pueblos para seguir siendo libres y generar riqueza, es la educación.
Hasta ahora en este país el despropósito ha sido vedarle la oportunidad de desarrollo a los cuatro estados más pobres: Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán, donde las bandas delincuenciales se han enquistado en el magisterio y en nombre de una presunta reivindicación social han generado una serie de rezagos que mantienen la postración de los pueblos a causa de la ignorancia de sus habitantes. La consecuencia la conocemos muy bien, la ignorancia nunca será generadora de riqueza.
En las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado la rebeldía mal entendida comenzó a germinar entre aquellos que decidieron transitar por los caminos de la enseñanza, y de las aulas pasaron a los procesos de reivindicación social armada para la implementación de ideologías extraídas tardíamente de la experiencia rusa. Otros lo hicieron simplemente porque sus ansias de notoriedad estaban muy por encima de la necesidad y dieron un paso al vacío que los llevó a dañar a esa población por la que decían luchar.
Estamos viviendo la etapa de mayor peligro para los mexicanos, porque la llegada de un gobierno populista es el principal anuncio de lo que será la educación de este país en los tiempos subsecuentes, porque quien hasta ahora se mantiene como puntero en las preferencias para la elección presidencial se dice dispuesto a ceder y conceder el diseño de los programas educativos a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Esto quiere decir que la delincuencia organizada regirá los programas educativos que reciban los hombres y mujeres del mañana.
México no puede permitir que un candidato presidencial decida colocar en la mesa de las negociaciones con los retardatarios disidentes magisteriales el futuro de sus hijos, y mucho menos entregar la formación profesional a quienes siguen viviendo en la década de los sesenta del siglo pasado. Para decirlo más claro, los asesinos escondidos en el membrete de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación no deben, por ningún motivo, seguir manipulando la educación de nuestros hijos.
Hoy las razones de la sinrazón se han convertido en el mayor peligro para los hombres y mujeres del mañana, pero sobre todo por las ambiciones bastardas de poder de quien se asume como el reivindicador de La Patria. Negros augurios se ciernen sobre las generaciones venideras con una educación desastrosa encaminada a mantener en la ignorancia a nuestros hijos. Si ese es el destino que les está diseñando el señor Andrés Manuel López Obrador, maldita sea la hora en que la decisión colectiva de los mexicanos lo pueda llevar a la Presidencia de la República. Si algo tengo que decir es que el lado correcto de la historia está en la educación. Al tiempo.
Vladimir Galeana/@vladimirgaleana
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
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