#OpiniónCapital Nada para nadie
El poder sacrificó torpemente las partidas de las becas para que los estudiantes pudieran aprender en el extranjero, y así cuando regresaran descubrieran que esto tal vez era la dictadura perfecta
Hemos criticado durante mucho tiempo la fórmula política que contaba con los intelectuales y la oposición para que conformaran la otra cara del poder.
Yo no sé si a los aztecas los mandaban a la Sorbona o al Harvard de la época, pero lo que sí sé es que el sistema político y social mexicano estaba construido sobre una macroestructura de poder que lo podía digerir todo.
Por eso nuestros grandes académicos, intelectuales e incluso los políticos del futuro como el coordinador de campaña del precandidato del PRI –bautizado en las aguas del Támesis y convertido en un alcalde perfecto para una ciudad inglesa– Aurelio Nuño, sufrieron el poder y disfrutaron el poder. Tuvieron sus becas, hicieron a México a su manera y eso dio una composición ideológica, cultural y sociológica que ha ido desapareciendo.
Y es que, el poder sacrificó torpemente las partidas de las becas para que los estudiantes pudieran aprender en el extranjero, y así cuando regresaran descubrieran que esto tal vez era la dictadura perfecta, pero lo era porque en el fondo el pueblo de México así lo quería.
Ahora todo es crudo, puro y duro. Y los pensadores van, vienen, debaten, investigan y estudian en los lugares que pueden pagar.
Por eso lo único que no deseo para mi país es que las ventanas se cierren y las puertas se bloqueen, ya tenemos suficiente con el loquito del norte que quiere construir un muro en nuestra frontera.
Y en ese sentido, nosotros deberíamos tener una política de romper las ventanas –a pesar de los inviernos tan brutales que nos hace pasar Trump– y dar más oportunidades para que la garantía de nuestro pensamiento político se construya en el conocimiento y no en el aislamiento.
Echo de menos una opción netamente mexicana como la que tuvo Plutarco Elías Calles con su proyecto educativo. Puesto que en este momento lo que veo es una opción que nos ofrece conformarnos con el fracaso, planteando muchos objetivos como un sueño imposible.
Aunque lo imposible no radica en las aspiraciones o en lo que se plantea, sino en que al final son muchas las casillas del tablero que es necesario saltar, en una estructura tan convencional como la mexicana, para llegar al poder.
Y finalmente, está la resistencia de los partidos que han obstaculizado la conformación de Estados de paz. Y es que, para que Putin que es un comunista genuino con una cruz, pero comunista, llegara al poder, fue necesario destruir al PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética). Y ahora, para que un priista llegue al poder –y no me refiero al candidato ciudadano– será necesario destruir al PRI.
Aunque en este caso no hay cruz, basta con las flores que cuelgan de su cuello y adornan su cabeza, porque ahí es hacia dónde vamos.
Antonio Navalón/@antonionavalon
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
smg