#OpiniónCapital El rector de la UNAM ofende al ejército para ocultar narco en CU
El problema no es la militarización, sino la incapacidad del rector Graue para encontrar una fórmula adecuada para establecer normas mínimas de seguridad dentro de CU
Las evidencias de la penetración de narcos, consumidores, guerrillas y grupos radicales violentos en la UNAM, el rector Enrique Graue Wiechers cometió un error imperdonable: dice que los que critican esa realidad “quisieran ver a la UNAM militarizada”.
La ofensa del rector al ejército fue gratuita. Las denuncias fueron en el sentido de que Ciudad Universitaria es un territorio de nadie, sin autoridad y controlada por grupos delincuenciales y radicales de todo tipo. La exigencia de normas estrictas de seguridad nada tenía que ver con el Ejército, porque las Fuerzas Armadas no están operando en la capital de la república.
Las quejas de narcotráfico, asaltos, violaciones, consumo de bebidas embriagantes en el estadio México 68 y crimen organizado en los siete kilómetros cuadrados de CU, así como las denuncias de grupos radicales, guerrilleros y anarquistas sólo revelan que en la UNAM no manda la rectoría.
Las veces en que la rectoría ha querido recuperar el Auditorio Justo Sierra –tomado desde el 2000 por grupos radicales y bautizado como Che Guevara– ha habido amenazas de estallar bombas o de provocar la violencia en los pasillos. En este sentido, la rectoría, las direcciones de las escuelas y la comunidad de 300 mil personas en CU son rehenes de grupos ilegales que han rebasado a las autoridades legalmente elegidas.
Hasta ahora la UNAM cuenta con un grupo de seguridad privada que carece de facultades, entrenamiento y vinculación con autoridades judiciales capitalinas.
Ello ha llevado a que CU sea un territorio salvaje en manos de grupos violentos de toda índole. Las denuncias con nombres y apellidos contra delincuentes y grupos radicales son ignoradas por la rectoría y las máximas autoridades universitarias se niegan a dar parte a la policía en nombre de una autonomía que se ejerce como extraterritorialidad o zona franca a favor de grupos delincuenciales.
La referencia del rector Graue a una “UNAM militarizada” fue un insulto gratuito del rector Graue a las Fuerzas Armadas que en otras latitudes acuden en apoyo a la seguridad pública cuando asume la condición de seguridad interior. Nadie quiere ver militarizada a la UNAM, pero hay encuestas que señalan que tampoco –y con mayor intensidad– los universitarios quieren ver a CU en manos de bandas delincuenciales organizadas.
El problema, en realidad, no es la militarización, sino la incapacidad del rector Graue para encontrar una fórmula adecuada para establecer normas mínimas de seguridad dentro de CU.
Pero con autorización de las autoridades universitarias, por ejemplo, el estadio de CU vende cervezas en vasos que ostentan el escudo de la UNAM y su lema de “por mi raza hablará el espíritu” y que en nombre de la autonomía ninguna autoridad puede impedir que vendan droga y cerveza a menores de edad en CU.
Los recientes incidentes vinculados a narcomenudeo aportan indicios de la presencia de vendedores pertenecientes a los cárteles más peligrosos, sobre todo el Cártel Jalisco Nueva Generación, que ya está en Ciudad de México. Y que los enfrentamientos son resultado de una disputa de la plaza universitaria como espacio de tráfico y consumo.
El uso de la pantalla electrónica en el juego del domingo –“¡fuera narcos de la UNAM!”– fue una queja universitaria contra el rector Graue, que perdió el control de la seguridad en CU.
Política para dummies: La política es –debe ser– el acto de responsabilidad y no culpar a los demás de deficiencias propias.
Carlos Ramírez/@carlosramirezh
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
smg