OpiniónCapital Cuando el río suena…
Lo que sí sabemos los mexicanos es la proclividad manifiesta y la admiración de muchos de los hombres y mujeres cercanos al señor López Obrador por el régimen de Venezuela, y los elogios desmedidos para ese proyecto “bolivariano”
Mucho se ha venido discutiendo la posibilidad de que Vladimir Putin siga empecinado en intervenir en algunas elecciones del continente americano como seguramente lo ha hecho en la parte sur del hemisferio, donde los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y Argentina, siempre han mantenido una cercanía con el régimen ruso, recibiendo no tan solo apoyo logístico para el establecimiento de medidas de cooptación social, sino de diseño de estrategias para el mantenimiento y cooptación de grupos sociales proclives al proyecto bolivariano iniciado por Hugo Chávez.
En lo personal desconozco el grado de penetración del Gobierno ruso en la parte sur del continente, donde surgió esa presunta “revolución bolivariana” que ha causado excesos en la permanencia ilimitada de quienes encabezan los gobiernos, a la vez que una inusitada pobreza a causa del saqueo indiscriminado de los caudales públicos para entregar gratuitamente a los menesterosos elementos suficientes para sobrevivir sin pedir nada a cambio más que el voto para la ratificación de los liderazgos gubernamentales.
Lo que sí sabemos los mexicanos es la proclividad manifiesta y la admiración de muchos de los hombres y mujeres cercanos al señor López Obrador por el régimen de Venezuela, y los elogios desmedidos para ese proyecto “bolivariano” ahora encabezado por Nicolás Maduro, y que solicitan sea implantado en este país, aun cuando lo que hemos visto últimamente ha sido la pobreza y la crisis alimentaria propiciada por la ineficacia gubernamental y la miseria por los excesivos gastos para mantener los programas sociales impulsados por Chávez.
Para decirlo más claro, ese sistema de cooptación política ha resultado un verdadero fracaso, porque acostumbraron a la gente a recibir dádivas a la vez que suprimieron las aspiraciones de progreso, y eso obtuvo como resultado el cierre masivo de empleos y la fuga de capitales.
La economía de esas naciones dependía con mucho de los recursos petroleros de Venezuela, quien pese a tener una de las mayores reservas del mundo ha sido imposible su explotación por la carencia de tecnología y dinero para adquirirla.
Por lo que corresponde a los programas sociales implementados por el chavismo y los excesos dictatoriales del ahora líder de la nación sudamericana, resultaron un completo fracaso porque hicieron depender a los venezolanos de la caridad gubernamental abandonando los sistemas de producción. Así de simple comenzó la crisis alimentaria que ahora ahoga a la nación hermana, y que sigue provocando no tan solo protestas, sino una verdadera hambruna cuya consecuencia es un incontrolable éxodo.
Hasta ahora desconozco cuál sea el proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador, porque solamente le he escuchado citas discursivas que en la mayor parte de las veces confluyen en un sólo lugar: “cuando lleguemos las cosas van a cambiar”. Qué bueno que cambien, lo necesitamos, pero hasta ahora el señor López Obrador no nos ha dicho cómo lo va a lograr. Lo único que espero, si alcanza la victoria, es que el señor Vladimir Putin no nos pase una factura muy cara por tener a Estados Unidos a tiro de piedra. Al tiempo.
Vladimir Galeana/@vladimirgaleana
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
smg