OpiniónCapital Cambios en campaña de Meade: pocos, tarde, parciales y engañosos
La única vía de salida del PRI del hoyo del tercer sitio consiste en la reincorporación de la militancia de base y de los liderazgos intermedios expertos en tareas electorales
Los cambios que se van a dar en el equipo de campaña del candidato priista-no priista José Antonio Meade Kuribreña serán parciales, tardíos, insuficientes y elusivos.
Esos ajustes buscarán revolcar a la gata partidista.
El problema de fondo de la campaña de Meade no radica en la eficacia/ ineficacia de las élites del grupo Peña Nieto, sino en el hecho de que el PRI peñista tiene el control de la campaña, los cargos y las candidaturas y los priistas de la militancia fueron marginados de nueva cuenta.
La estrategia del presidente Peña fue la de marcar la línea de separación entre la élite peñista y la militancia priista. Por eso siempre se negó la posibilidad de que Meade se afiliara al PRI: la imagen de un candidato no-priista culpaba de la crisis de credibilidad y votos a la marca PRI.
Ahora, a la mitad del río, se van a ir cambiando jinetes, pero por otros de la misma cuadra; por tanto, en realidad no representarán cambios de estrategia, sino que la estrategia será la misma sólo que con rostros más dinámicos. Los pasivos del PRI neoliberal y del grupo político peñista seguirán como lastre de la campaña.
Lo que no quiere entenderse es el agotamiento de la política de facciones: delamadridistas, salinistas, madracistas y peñistas han atrofiado el dinamismo de la primera clave de toda organización partidista: la circulación de las élites.
El PRI 1940-1970 creó el modelo de monarquía partidista con élites en rotación y oscilación pendular. A partir de 1976 se retomó el modelo caudillista de continuidad personal transexenal del presidente saliente y el PRI entró en colapso por el taponamiento en la circulación de las élites.
La única vía de salida del PRI del hoyo del tercer sitio consiste en la reincorporación de la militancia de base y de los liderazgos intermedios expertos en tareas electorales. Cambiar a Enrique Ochoa Reza no reagrupará militancia, sino que profundizará las fragmentaciones. El exgobernador oaxaqueño Ulises Ruiz Ortiz ha señalado que el 2 de julio el grupo Democracia Interna iniciará las movilizaciones para rescatar el cadáver del PRI.
Y la única posibilidad que tiene Meade de recuperar competitividad electoral –sin garantía de que le alcance para revertir encuestas– consiste en tomar directamente el control total de su campaña. Pero hasta ahora Meade ha carecido de autonomía relativa para definir el rumbo de su candidatura.
Lo paradójico es que Meade tiene posibilidades de hacerlo sin romper con el presidente Peña, sino que, por el contrario, podría hacerlo para rescatar el legado del peñismo.
El relevo en la presidencia del PRI por una pieza del mismo grupo no tendrá el efecto deseado porque la crisis en la campaña de Meade no es de figuras eficaces, sino por la ruptura en el consenso interno en el partido y la huelga de brazos caídos de la militancia. Los priistas morenistas son la prueba de la crisis del PRI.
Meade no ha roto con la percepción de que su candidatura representa la figura y pasivos del presidente Peña y el PRI con Ochoa o su sustituto. Ahí se localiza la clave de su tercer lugar.
Política para dummies: La política se mueve en las esferas de la realidad o de la ficción, no hay términos medios.
Si yo fuera Maquiavelo: “En toda ciudad se encuentran dos fuerzas contrarias: una lucha por mandar y oprimir a la otra que no quiere ser mandada ni oprimida. Y del choque de estas dos corrientes surge uno de estos tres efectos: principado, libertad o licencia”.
Carlos Ramírez/@carlosramirezh
*Esta opinión no refleja necesariamente la de este sitio informativo
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