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Viernes 22 de Noviembre 2024

Gobernar mintiendo

 

LA COYUNTURA/ Vladimir Galeana Existe un adagio popular que reza: ”No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Pero también existe otro que afirma: “El que miente una vez, miente dos veces”. Y no es que pretenda dar clases de buen comportamiento en este espacio periodístico, simplemente es que acudo a la “sabiduría popular” […]


LA COYUNTURA/ Vladimir Galeana

Existe un adagio popular que reza: ”No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Pero también existe otro que afirma: “El que miente una vez, miente dos veces”.

Y no es que pretenda dar clases de buen comportamiento en este espacio periodístico, simplemente es que acudo a la “sabiduría popular” como una manera de evidenciar la carencia de objetividad de quienes nos gobiernan, y la forma en que prefieren mentir para no aceptar que las cosas no van bien, o que van de mal en peor.

Desde que Felipe Calderón Hinojosa decidiera declarar la guerra contra el crimen organizado el 11 de diciembre de 2006, los mexicanos nos acostumbramos a los excesos de las partes contendientes.

Los horrores de los criminales descuartizando enemigos y miembros de las policías del país es una costumbre que no hemos logrado erradicar. Tampoco la violación sistemática de la ley de quienes dicen actuar por mandato de ella, cometiendo atrocidades similares o peores a las de los criminales, lo que al final los coloca en el mismo plano.

Pese a que la Secretaría de Gobernación sigue afirmando que la estrategia anticrimen en Tamaulipas ha sido exitosa, la realidad indica que las cosas no andan lo bien que se dice porque los homicidios dolosos se han venido comparando utilizando cifras del último trienio del mandato calderonista, lo que resulta ser un referente engañoso para intentar cubrir los magros resultados que se siguen obteniendo de una estrategia fracasada y poco efectiva.

Lo peor de todo es que el secuestro, que se ha convertido en el flagelo que mayor impacto tiene en todas las partes del territorio nacional, ahora tuvieron la ocurrencia de establecer una estrategia de comparación con las cifras obtenidas en 2013, lo que pareciera una aberración porque ya se cuentan con los números de 2015. La tendencia de buscar acomodar las cosas para que muestren una realidad distinta no es otra cosa que engañarse a sí mismos y tratar de engañar a los mexicanos.

Hace muchos años que en este mismo espacio he venido relatado la forma en que el crimen organizado se apoderó del manejo de las aduanas del país en territorio tamaulipeco, y resulta que las policías y las estructuras gubernamentales apenas se vienen enterando. Han sido muchos los vistas aduanales que han preferido renunciar por el temor de que los criminales realicen atentados contra sus familiares. Para decirlo más claro, los criminales tienen el control de los pasos de mayor tránsito desde hace muchos años, y nadie ha podido evitarlo.

Maquillar cifras intentando desaparecer la ineficiencia habla de una absoluta deficiencia gubernamental, de colusión y complicidades, pero sobre todo, de que no se ha tenido la voluntad suficiente para cambiar, y se ha preferido mantener a la criminalidad haciendo tareas que debieran solo corresponder al Estado Mexicano. Nuestra lamentable realidad es el principal indicativo de que por ahora tenemos y mantenemos funcionando y operando a un “Estado Fallido”. Pobre México. Al tiempo.