El mundo según Trump
OPINIÓN / PUNTOS SOBRE LA ÍES/ Antonio Navalón Como en la fábula de Pedro y el lobo, el lobo ya está aquí. Hemos tenido muchos años para terminar con la brecha de la desigualdad social. Y en ese sentido, yo invito a los estudiosos y a mis colegas que son mucho más doctos que yo, a que saquen […]
Como en la fábula de Pedro y el lobo, el lobo ya está aquí.
Hemos tenido muchos años para terminar con la brecha de la desigualdad social.
Y en ese sentido, yo invito a los estudiosos y a mis colegas que son mucho más doctos que yo, a que saquen la cuenta de nuestro petróleo en los últimos años, a que saquen la cuenta de todo el dinero que hemos tirado a la basura, sobre todo cuando ese dinero le pertenecía al pueblo de México.
Aunque en ese contexto también es conveniente saber que el dinero que no se tiró a la basura tampoco se utilizó para dárselo a los de abajo con la finalidad de procurarles una mejor calidad de vida, sino que simplemente les fue arrebatado lo que por derecho les correspondía, para quedar en manos de los intereses de unos cuantos.
Ahora ya no hay tiempo, porque si queremos hacer una reforma social será en medio de una crisis universal como la que provoca ese señor del peinado extraño llamado Trump. O como la que desencadena aquella declaración que asegura que Europa “ya no puede confiar completamente” en Estados Unidos, ni en Reino Unido, y que el viejo continente tiene que “luchar por su propio destino”, es decir, que a partir de este momento cada quién se rascará con sus propias uñas.
Eso lo dijo el fin de semana pasado la canciller alemana Angela Merkel.
Y es que, pasan tantas cosas a tal velocidad que confundimos desde la muerte de las adolescentes en el atentado de Manchester tras el concierto de Ariana Grande, con lo que significa el fin de una era de tradición defensiva y cooperación.
Merkel ha puesto distancia con Reino Unido y Estados Unidos, los dos países que durante dos guerras mundiales consecutivas salvaron al resto de Europa.
Ella al parecer sueña en convertirse en lo que no pudo ser ni el káiser, ni el führer, es decir, en la vencedora de otra guerra mundial. Sólo que en esta ocasión Alemania no dispararía con aviones Stukas, ni con el cañón “Gran Bertha”, sino que ahora su arma secreta es el euro y la capacidad de resistencia del resto de los pueblos europeos.
Eso me parece un grave error. Porque si bien ella junto con la Alemania y la Europa que representa, se ha distanciado de los británicos y de los estadounidenses; la Europa que un día marchó con el paso de la oca o que tembló y murió en la batalla de Verdún, no puede prescindir de esa alianza sólo por ese accidente histórico casi sin importancia llamado Donald Trump.
Por eso, lo más difícil para los seres humanos hoy en día es saber que cuando miramos el clóset no hay traje que ponerse, porque estamos desnudos frente a una histórica oportunidad.
BPG