Deportaciones rompen el American Dream
Desde que tenía ocho años ingresó al país vecino del norte, su padre llevaba más de una década ahí. La falta de oportunidades y la violencia en Guerrero hizo que toda su familia migrara en 1993.
“Crecí allá desde los ocho años, ahora es un gran cambio acoplarme a la vida aquí y tratar de asumir que no puedes regresar, de que tienes que quedarte aquí”, narra Salgado. “Toda mi familia está allá. Mis niños se quedaron con sus abuelos”.
En EU Salgado estudió hasta la preparatoria, después trabajó como cocinero, algo que le apasiona. Ahora intenta adaptarse a la vida en la Ciudad de México, y aunque nació en este país, todo es nuevo para él. Está solo, es el único de su familia que ha sido deportado.
En un principio pensó en intentar reingresar, pero sabe que las promesas de Trump, de “sacar” a los indocumentados las cumplirá; además, corre el riesgo de ser detenido una vez más, y como tiene antecedentes de deportación podría estar en prisión entre cinco y 10 años.
Al igual que Salgado, muchos mexicanos, considerados como dreamers, están a la espera de la decisión del mandatario estadounidense, pues anunció que tomaría medidas respecto al Programa de Acción Diferida para los llegados en la infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que fue aprobado por Barack Obama y que les permite no ser deportados, derecho al trabajo y tener licencia de conducir.
Ante esto, el presidente Enrique Peña Nieto presentó una iniciativa para que, en caso de que los mexicanos que sean deportados cuenten con estudios, puedan revalidarlos y, si lo desean, continuar su formación académica en México.