Capitalismo de compadres, ¿lo correcto?
OPINIÓN / PESOS Y CONTRAPESOS La principal característica del capitalismo de compadres (cronycapitalism), que siempre es más compadrazgo que capitalismo, es el contubernio entre el poder político (que es esencialmente poder para permitir, prohibir y castigar) y ciertos grupos empresariales (cuyo interés –ojo: interés, no derecho– es maximizar sus rentas, que son la diferencia entre el precio […]
OPINIÓN / PESOS Y CONTRAPESOS
La principal característica del capitalismo de compadres (cronycapitalism), que siempre es más compadrazgo que capitalismo, es el contubernio entre el poder político (que es esencialmente poder para permitir, prohibir y castigar) y ciertos grupos empresariales (cuyo interés –ojo: interés, no derecho– es maximizar sus rentas, que son la diferencia entre el precio mayor que cobran por no tener competencia y el precio menor que cobrarían si tuvieran que enfrentar la mayor competencia posible), componenda por la que el poder político le otorga a los grupos empresariales privilegios que se traducen, en mayor o menor grado (limitándola o eliminándola), de una u otra manera (directa o indirectamente), en menor competencia, por lo tanto en menor oferta, en mayores precios, en menor bienestar para los consumidores.
Este –el menor bienestar para los consumidores– es la principal razón para oponerse al capitalismo de compadres, que puede tener buenos resultados en materia de inversiones directas (que son las que abren empresas, producen bienes y servicios, crean empleos y generan ingresos) y de crecimiento económico (que se mide el comportamiento de la producción de bienes y servicios), pero sin que ello se traduzca en el mayor bienestar posible para los consumidores, una de cuyas condiciones es que se ofrezcan los bienes y servicios al menor precio posible, para lo cual se requiere de la mayor competencia posible, precisamente lo que el capitalismo de compadres, esencialmente proteccionista, impide.
Lo anterior viene a cuento porque en el Crony-capitalism Index, de The Economist, aparecen Singapur (4to. lugar), Taiwán (10o. lugar), China (11o. lugar), Estados Unidos (16o. lugar), Japón (19o. lugar) y Alemania (22o. lugar), todos ellos países considerados, en mayor o menor medida, pero siempre en alguna, como modelos a seguir en el camino del progreso económico, lo cual, si lo que se va a imitar es el capitalismo de compadres, podrá dar como resultado un mayor crecimiento, un mayor bienestar para los consumidores, pero no el mayor bienestar posible para ellos. Y si esto no se logra, se ha fracasado.
BPG