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Viernes 22 de Noviembre 2024

GPS apaga zonas del cerebro

 

La visión también es afectada por las pantallas de los dispositivos


La llegada de los GPS acabó con todos aquellos que fuimos víctimas de una mala indicación, la cual nos llevó a lugares nunca imaginados.

La tecnología llegó para facilitar los traslados en el andar por las calles del país; sin embargo, una reciente investigación de la Universidad Colegio de Londres (UCL, por siglas en inglés) aseguró que usar este dispositivo para conseguir llegar a un destino apaga zonas del cerebro.

Según el estudio, de no valerse del Sistema de Posicionamiento Global, mejor conocido como GPS se activarían esas zonas cerebrales para simular diferentes rutas.

A finales de 2011, un equipo de científicos del UCL señalaba que el hipocampo (una región del cerebro involucrada en la memoria y la navegación) de los taxistas crecía a medida que éstos aprendían la distribución y el sentido de las calles de la capital británica.

Memorizar todos los caminos era parte del examen para obtener la licencia y este conocimiento tenía un efecto cuantificable en el cerebro.

Ahora, el nuevo estudio establece que utilizar un GPS para guiarse por las laberínticas calles “apaga” partes del cerebro que ayudan a la orientación.

La investigación, encabezada por el doctor Hugo Spiers, involucró a 24 voluntarios que debieron conducir en una simulación del Soho londinense mientras eran sometidos a exploraciones cerebrales.

La investigación se centró en particular en la actividad del hipocampo y la corteza prefrontal (otra región encargada de la planificación y la toma de decisiones).

Los resultados mostraron que cuando los participantes conducían basándose en su memoria y su conocimiento, el hipocampo y la corteza prefrontal tenían picos de actividad al entrar en nuevas calles, sobre todo si las opciones eran más numerosas.

Esta actividad cerebral se incrementaba aún más cuando el número de opciones aumentaba, en cambio, no se observó ningún cambio en la actividad cerebral cuando los voluntarios se guiaban por el GPS.

Con esto se pudo observar que aquellos que conducían con la confianza de su memoria y su orientación, mostraban picos de actividad cerebral al entrar a barrios o avenidas desconocidas. Por el contrario, cuando rodaban por donde el GPS les indicaba, la actividad del cerebro era nula.

“Entrar en un cruce en el que se reúnen hasta siete calles –explica Spiers– aumenta la actividad en el hipocampo, mientras que un callejón sin salida la reduce”.

“Nuestros hallazgos coinciden con los modelos en los que el hipocampo simula un destino con varios trayectos posibles. Con la tecnología que nos dice a dónde ir, estas partes del cerebro simplemente no responden”, agregó.

No es la primera vez que se hace notar las desventajas de utilizar la tecnología: un caso similar se apuntó cuando se demostró que la habilidad matemática se ve afectada con el uso de la calculadora.

Pero, bueno no se puede siempre ganar. Quizás, en todo caso, lo que habría que hacer es balancear las dos actividades.

Daños más severos

Por su lado, el uso excesivo de los dispositivos tecnológicos con el surgimiento de la Internet de las cosas y los nuevos “wearables”, puede ocasionar daños psicológicos y neurológicos.

De acuerdo con investigadores, Internet ayuda a ejercitar la mente, pero esto sólo es así cuando el uso es moderado, la sobreexposición tiene efectos nocivos.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas experimenta cambios en la conducta asociados a las adicciones sin sustancias.

La sicóloga infantil Nadia Goren reveló que el abuso de algún dispositivo, sobre todo en la infancia, es que conlleva a una adicción en el futuro.

Además, algunas propician que no se realicen actividades físicas como otra causa del uso tecnológico. Además, surgen problemas en el aprendizaje y la falta de interés, sobre todo de las nuevas generaciones.

La visión también es afectada por las pantallas de los dispositivos, debido a la disminución en el parpadeo, lo que ocasiona la resequedad ocular.