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Jueves 21 de Noviembre 2024

Acoso sexual: viajero frecuente en el Metro

 

Tocamientos, tomas de foto y video sin consentimiento y uso de palabras soeces son parte de las situaciones de acoso sexual que ocurren en el Metro capitalino en contra de las mujeres y que van en aumento según las denuncias recibidas por las autoridades


La experiencia más incómoda de acoso sexual por la que ha pasado Laura Pérez ocurrió en la estación del Metro Gómez Farías, cuando al quitar los ojos de un libro que estaba leyendo se percató de que un hombre sentado a su lado se masturbaba.

A pesar de las medidas que ha tomado el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC) para evitar el acoso en sus instalaciones, esta es una realidad cotidiana que viven miles de usuarios -en su mayoría mujeres- que utilizan este medio para trasladarse.

Falta de confianza en autoridades, desconocimiento de los procedimientos para denunciar, miedo y amenazas, son algunos de los factores que influyen en que el delito de acoso en el Metro no se denuncie

El caso de Laura forma parte de las mil 545 situaciones de acoso sexual registradas de enero de 2013 a octubre de este año por la Policía Bancaria e Industrial (PBI) de la Ciudad de México; no obstante, el número de incidencias por este delito pueden ser muchas más debido a la falta de denuncias.

Un domingo a las 8 de la mañana, a bordo de uno de los vagones exclusivos para mujeres, la joven de 23 años iba camino a casa de su novio. De Insurgentes a San Lázaro todo había transcurrido sin contratiempos, hasta que el agresor de Laura se sentó junto a ella.

Cuatro estaciones bastaron para que el sujeto de aproximadamente 45 años se abriera la bragueta del pantalón y comenzara a masturbarse con dirección a la chica.

“Me paralicé por completo. Mi mente quería golpearlo y gritarle hasta de lo que se iba a morir, pero no hice nada porque el vagón iba casi vacío y para activar la palanca de emergencia habría tenido que pasar muy cerca de él”, recuerda Laura con coraje.

Luego de intercambiar miradas, el sujeto bajó corriendo en la estación Zaragoza; la joven, de impotencia, comenzó a llorar.

De acuerdo con información obtenida vía transparencia, en 2013 fueron reportados 174 actos de acoso; al año siguiente, la cifra alcanzó su punto más alto con 367, durante 2015 fueron asentados 278; para 2016 fueron contabilizados 296; mientras que en el 2017 se registró una disminución con 188 casos.

Pese a todo, de enero a octubre de este año la autoridad reportó un total de 242 situaciones de acoso, de las cuales 233 fueron cometidas en contra de mujeres, es decir, el 96 por ciento; mientras que los 9 casos restantes correspondieron a hombres que equivalen a 4 por ciento del total. Con tales cifras se tiene un repunte del 29 por ciento, con respecto al mismo periodo del año pasado.

Según las estadísticas, mensualmente ocurren 24 situaciones de acoso, a la par de que a diario se presenta aproximadamente una denuncia formal por tales hechos; de continuar dicha tendencia, el cierre de este 2018 podría estimarse en una cifra de casi 300 casos.

De los 242 incidentes reportados en los primeros 10 meses del año en curso 117 terminaron en la integración de una carpeta de investigación ante autoridades capitalinas, 120 en acuerdos conciliatorios entre el agresor y la víctima ante un Ministerio Público, 4 afectados desistieron de presentar la denuncia correspondiente y solo un caso fue determinado como no procedente.

La respuesta a la solicitud de información refiere que la mayor incidencia se registró en un horario de entre 7 de la mañana y las 4 de la tarde, con 138 situaciones de acoso, sumado a los otros 104 casos que fueron reportados a partir de las 4 y con un minuto de la tarde y hasta las 12 de la noche.

Asimismo, los registros de la Policía Bancaria señalan que las estaciones donde mayormente se han presentado esta clase de actos son San Lázaro, Pino Suárez, Centro Médico, Pantitlán, Bellas Artes, Guerrero, Hidalgo, Polanco, Salto del Agua, Constitución de 1917, Indios Verdes, Cuitláhuac, Garibaldi, Allende, Tlatelolco y San Cosme

Tocamientos, toma de foto o video sin consentimiento, exhibición de genitales, fricción de los mismos y palabras soeces, son algunas de las agresiones sexuales que se presentan con mayor recurrencia en instalaciones del Metro, de acuerdo con una investigación realizada por Instituto Belisario Domínguez (IBD) del Senado de la República.

Sin embargo, en el tema de las acusaciones, el documento titulado “Atención y prevención del acoso sexual en el Sistema de Transporte Colectivo” señala que existen siete principales causas por las que las víctimas no se animan a denunciar: falta de confianza en autoridades, desconocimiento de los procedimientos para denunciar, omitir la atención a dichos actos, normalización de la violencia en contra de la mujer, vergüenza al denunciar, casos de miedo y amenazas.

Un problema cultural

El abuso y acoso sexual en el transporte público se mantiene como una problemática que se ha agudizado y visibilizado en los últimos años y tiene su origen en una ciudadanía formada en el machismo mexicano, sumada a una normalización de casi todos los tipos de violencia en contra de las mujeres, explica Sandy Muñoz Miranda, catedrática de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Azcapotzalco.

“Aunque en el Metro se han implementado diversas medidas de prevención y ordenamiento, como son los vagones exclusivos o las áreas de ascenso y descenso, los actos de acoso u hostigamiento siguen ocurriendo debido a una cuestión de cultura y educación, donde los hombres no respetan a la mujer y algunos más se aprovechan de esa situación para cometer tales ilícitos”

– Sandy Muñoz Miranda

Catedrática UAM Azcapotzalco

Aunque no existe un perfil para identificar a potenciales agresores o zonas específicas para que tengan lugar esta clase de actos, indica la especialista, factores como una afluencia tumultuaria o una ausencia de vigilancia y usuarios, incrementan la vulnerabilidad de las víctimas.

“La cifra oficial de una denuncia por acoso al día es inexistente, porque hay una infinidad de casos que quedan sin registro y porque lamentablemente la mayoría de casos no son visibilizados debido a una falta de confianza en los sistemas de seguridad, además de que para acceder a la procuración de justicia es necesario contar con determinado tiempo para realizar los trámites, y muchas veces las personas que viajan en el Metro no cuentan con el mismo”, indica la también investigadora.

Para hacer frente a este creciente fenómeno no bastará con las campañas clásicas de concientización y respeto entre los usuarios del Metro, sino también de una intervención directa de personal ministerial que garantice la integración exprés de las respectivas carpetas de investigación por denuncia y por este tipo de agresiones que son competencia de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalina, puntualiza Sandy Muñoz Miranda.