Juan Manuel Santos recibe al Papa Francisco en la casa presidencial
El presidente Juan Manuel Santos recibe al papa Francisco en la entrada de la casa presidencial, donde centenares de invitados, entre autoridades gubernamentales, eclesiásticas, diplomáticos y empresarios lo esperaban expectantes. Tras los himnos y los respectivos honores a las banderas, el papa camina sobre una alfombra roja junto a la pareja presidencial en la plaza de armas en medio de una guardia de honor en una mañana soleada. Un grupo de niños levanta pañuelos blancos. El pontífice saluda a algunos niños en silla de ruedas.
El papa Francisco se reúne el jueves con el presidente Juan Manuel Santos, al inicia su primer día completo en Colombia con llamados a líderes políticos y ciudadanos para que respalden un proceso de paz que busca terminar con el conflicto más largo de Latinoamérica y a abordar las desigualdades que lo alimentaron.
El pontífice será trasladado temprano en un automóvil cerrado desde la Nunciatura hasta la casa presidencial al encuentro con el líder del país que pactó la paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que depusieron las armas y organizan su movimiento político.
Papa Francisco espera construir puentes con su visita a Colombia
Francisco llega para impulsar en una nación dividida y aún escéptica un camino que conduzca a una real conciliación después de desactivarse un conflicto de cinco décadas que costó más de 220.000 vidas y miles de desarraigados. Santos formuló en la víspera un llamado a los colombianos para que tomen con responsabilidad y se adhieran a las exhortaciones del Santo Padre de dejar a un lado los odios y emprender la ruta de la unidad.
Tras ese encuentro, el pontífice de origen argentino, de 80 años, visita la catedral metropolitana y la plaza Bolivar, en el centro de Bogotá; recibe las llaves de la ciudad y emprende posteriormente un encuentro con los 130 obispos colombianos y de la región, para luego cerrar por la tarde con su primera misa multitudinaria en el principal parque de la capital, rodeado de vegetación.
En el marco de la cita con los obispos, Francisco también prevé su primer contacto con sacerdotes de la vecina Venezuela, que buscan que el pontífice exija responsabilidades al gobierno socialista del país y ofrezca un mensaje de esperanza a una nación sacudida por el caos político y económico.
Es probable que el papa pida la construcción de puentes entre unas élites amargamente divididas por el acuerdo de paz firmado el año pasado con las FARC.
En su 20mo viaje al extranjero como papa, la visita del papa tiene un alto contenido emocional y cumple una promesa que hizo a negociadores del gobierno y las FARC cuando visitó Cuba en 2015, coincidiendo el prolongado diálogo en la isla caribeña.
Entonces, pidió a las dos partes que no dejaran pasar una oportunidad histórica para la paz. Pero ahora que el acuerdo está firmado, las armas silenciadas y 7.000 rebeldes están regresando a la vida civil, los colombianos enfrentan un reto más complicado: unirse y erradicar las disparidades sociales en el centro del conflicto que duró medio siglo.
Santos, ganador del Premio Nobel de la Paz el año pasado, dio las gracias el miércoles al pontífice argentino por presionar a los negociadores durante un momento complicado en el proceso de cuatro años. Se mostró esperanzado porque la visita papal inspire a los colombianos a dar el siguiente paso y dejar atrás definitivamente las largas décadas de violencia por motivos políticos que causaron 220.000 muertos y siete millones de desplazados internos.
Francisco tuvo presente el tema de la reconciliación desde su llegada a Bogotá a última hora del miércoles con gran fanfarria y recibió el fervoroso saludo de miles de personas que se apostaron a lo largo de la ruta por donde pasó el papa en su papamóvil desde la terminal aeroportuaria a la Nunciatura, donde pasará las noches durante su estancia en el país.
Una vez en la Nunciatura, el papa ofreció su primer discurso ante un grupo de jóvenes de barrios marginales y rescatados de problemas de violencia y drogas, a quienes pidió que no se dejen robar la “alegría y la esperanza”.
MV