Donald Trump: dictador, caricatura y bufón
El ilustrador Peter Kuper critica, desde su trinchera, al presidente de los Estados Unidos sin miedo a represalias; también insiste en que es importante ejercer y defender el derecho a la libertad de expresión
Frente a un público estudiantil de casi 30 personas, Peter Kuper habla en inglés y explica sus inspiraciones primigenias para crear ilustraciones. Se remite hasta Charles Chaplin, con su película Tiempos modernos (1936) y también toma como ejemplo el mundo post apocalíptico de Mad Max (1979).
De pronto, el monero de Nueva Jersey deja escapar frases en español, mezclándolas con su primer idioma, reflejo de su estadía en México de dos años, en la que se empapó ampliamente de la cultura y la política del país azteca.
Al término, Kuper platica con Reporte Índigo, en el auto que lo lleva camino a su hotel, en el centro de Querétaro, para aprovechar el tiempo, tal como lo hace Jerry Seinfeld en su programa Comedians in cars getting coffee.
“Me gusta, es como en la serie, pero al estilo mexicano y aquí tengo mi café, es perfecto”, dice el artista gráfico, a manera de broma.
Kuper ha sido severo, ha utilizado sus trazos contra el gobierno estadounidense, desde su juventud.
Fundó la revista World War 3 Illustated, a sus 21 años, junto a Seth Tobocman, y al pintor Christof Kohlhofer, en la que hacían mella de las políticas conservadoras, porque la publicación es de tendencias de izquierda.
Los presidentes Ronald Reagan, George W. Bush y ahora Donald Trump han sido objeto de su burla a través de sus dibujos.
El objetivo, dice el ilustrador, es fomentar una reflexión social de los gobiernos, perdiendo la solemnidad que existe hacia la figura presidencial.
“Ahora mismo esto se siente importante, porque Trump es como una figura al estilo de Hitler y creo que será recordado por mucho tiempo, pero también muchas otras figuras políticas. Los rostros siguen cambiando, pero los problemas son los mismos”, comenta Kuper durante la entrevista.
Al ilustrador de 60 años le gusta soltar la mano y crear, a través de los colores y las formas, opiniones sobre la política. Además, sabe que no es el único que tiene esas ideas contra Donald Trump
“Sigo perdiendo la cabeza por abordar estas cosas, porque necesito sacarlas de mi sistema un poco, pero además es una manera de comunicarme con otras personas. Estoy muy interesado en el arte político, en el arte que representa lo que sucede y que se comente al respecto”, reitera el dibujante.
La censura del país del norte
Cuando George W. Bush se encontraba en la presidencia, Kuper envió unos bocetos a Europa del republicano, a manera de parodia, mostraba al hombre como si fuera Ricky Ricón. Cuando los dibujos fueron mandados de regreso a Estados Unidos, estos no lograron entrar al país que pregona la libertad.
“Ese es sólo un pequeño ejemplo, pero si me siento con la libertad de decir estas cosas y gracias al Internet, casi todos tienen una manera (de expresarse) y también no hay una curaduría al respecto, son miles de millones de personas hablando al mismo tiempo. Hay una democracia ahí”, expresa.
Hasta el día de hoy, él no tiene miedo de seguir ilustrando contra los malos gobiernos de la Unión Americana, pero vaticina que eso puede ser diferente en un futuro.
“No me siento como si viviera en Irán, y no me tengo que preocupar si por criticar al líder, venga por mi la policía inmediatamente, pero eso podría cambiar y no hay duda de que si fuera por Trump esto cambiaría. Llama a los medios ‘los enemigos de la gente’ y ha habido ataques físicos a la prensa donde personas han muerto y él, alienta eso”, agrega el ilustrador.
El gusto por Oaxaca
Kuper vivió una experiencia peculiar en su niñez, su padre decidió tomarse un año sabático y llevarse a su familia a Israel, por lo que a sus 10 años aprendió otro idioma y una cultura distinta, así fue como el caricaturista replicó ese modelo en 2006, viviendo dos años en Oaxaca, momento álgido en el que le tocaron las protestas por parte del magisterio, lo cual sirvió para nutrir para su arte político ilustrado.
“Oaxaca tiene todo lo que yo quería, no sólo su fabuloso mole y chapulines, sino también esta cultura fantástica y esta situación política que me dio una conexión con el lugar que no me hubiera ofrecido San Miguel de Allende, donde hay más extranjeros”
El resultado de su estadía, provocó que el ilustrador decidiera volver al país al menos una vez al año, además de haber publicado Ruinas, en 2015, novela gráfica donde describe a detalle el modo de vida de la región del istmo y de la migración que hace la mariposa monarca.
“Haciendo el trabajo, me hizo tener una conexión más fuerte y no estaba consciente de que quería tener esta conexión con México y lo que eso produciría, porque regreso desde que hice mi primer libro y ahora ya tengo ocho publicados”, conversa el estadounidense.
Que siga la crítica
Kuper aplaude lo que han hecho otros ilustradores durante el gobierno de Trump, resalta que las portadas de Time, en las que el presidente se va ahogando, sorprenden e invitan a que continúen los señalamientos contra el ejecutivo.
“Hay que continuar haciendo el trabajo que estamos haciendo, esa es una de las últimas cosas que mantienen a Trump bajo control, que continúen los medios reporteando y cotejando lo que él dice y así demostrar que si él lo niega, hay evidencia que lo desenmascarará”.
El peligro del cambio climático
Un tema que le preocupa constantemente a Kuper es el cambio climático, de ahí su terror por la distopía o por un mundo post apocalíptico. Con las actuales políticas de Trump, que no respetan el cambio climático, el dibujante teme que el daño al ecosistema sea irreversible.
“Temo en muchos aspectos que haya acciones que se han estado haciendo por demasiado tiempo y va a ser muy difícil deshacer el cambio climático una vez que lleguemos ahí”.