Hallan en México submarino hundido hace 100 años
Arqueólogos subacuáticos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) registraron, a 15 metros de profundidad, en las costas de Isla Santa Margarita, en Baja California Sur, un submarino estadounidense hundido hace casi 100 años y que participó en la Primera Guerra Mundial. Este es el primer submarino histórico descubierto hasta ahora en aguas nacionales.
Se trata del USS H-1 (SS-28) construido en 1909 por la Union Iron Works, en los astilleros de San Francisco, llamado originalmente Seawolf y renombrado como H-1, en 1911. Fue el modelo estrella de la marina norteamericana para el patrullaje de su costa atlántica de Long Island, durante la Primera Guerra Mundial.
La noche del 12 de marzo de 1920, cuando regresaba a California, la nave fue sorprendida por una tormenta que la hizo encallar a 365 metros de Punta Redonda, en Isla Santa Margarita. El comandante James R. Webb ordenó a la tripulación abandonar la embarcación y nadar hacia la playa. Cuatro de los 25 tripulantes, incluido Webb, fueron vencidos por el mar y el submarino se fue a pique.
A lo largo de los años hubo diversas expediciones para tratar de localizarlo, pero ninguna pudo encontrar el fantasmal pecio… Hasta que en 2016, el INAH recibió un aviso sobre la presencia de un submarino histórico, hundido en la bahía Magdalena, al occidente de Isla Santa Margarita, en Baja California Sur.
El H-1 se había vuelto a ver hacía tres años, cuando pobladores de Puerto Alcatraz guiaron a un pescador deportivo a lo que ellos pensaban era una roca. El sitio fue víctima de saqueo por los componentes de bronce, hasta que el fotorreportero Alfredo Martínez lo relocalizó y dio aviso al INAH.
Ahora, el H-1 forma parte del gran rompecabezas histórico de la navegación en el Pacífico mexicano, que especialistas de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH intentan armar.
Roberto Junco, titular de la SAS, comentó que el nuevo pecio coloca una pieza del siglo XX al rompecabezas, y dio a conocer los avances del proyecto para estudiar y conservar esta embarcación, realizado junto con el arqueólogo George Schwarz, de la Unidad de Arqueología de la Marina Norteamericana, y concebido como una prueba piloto para visualizar al patrimonio cultural sumergido, en beneficio económico de las comunidades cercanas al sitio.
“Desde que se recibió aviso de la presencia del submarino, el INAH ha realizado dos temporadas de inmersiones: la primera en 2017, con una exploración de reconocimiento en la cual, por medio de dos buceos a poco más de 14 metros de profundidad, se tomaron fotografías y medidas generales del pecio mediante el método tradicional: con cinta de medir, tablas y lápiz”, narró Junco.
“De popa a proa, la embarcación mide 44.30 metros; desde popa, a los 31.8 metros, la estructura se colapsa y se observa el área de controles, y más adelante la de torpedos; la parte de la torreta también está colapsada. El estado del casco es malo y donde éste se ha perdido hay múltiples agujeros que dejan ver el esqueleto del submarino. La sección de popa está llena de arena”, explicó el arqueólogo.
En 2018, ya confirmada la antigüedad y valor histórico de la embarcación, la segunda exploración permitió hacer un registro puntual del submarino utilizando, por primera vez en México, el método de la fotogrametría en una embarcación completa, llevado a cabo por el arqueólogo Korato Yamafune, experto a nivel mundial. El modelo en tercera dimensión ahora servirá para monitorear su estado de conservación, refirió el titular de la SAS.
¿QUÉ ES LA FOTOGRAMETRÍA?
Para explicarlo de manera fácil, al H-1 se le tomaron miles de fotografías a lo largo y ancho; enseguida, mediante un programa de cómputo se unieron las imágenes para crear un mosaico. Por medio de un software, se conoce el ángulo de inclinación con que fue captada cada imagen, el tipo de lente y cámara. Con esa información, en la computadora se hace un modelo en 3D del submarino.
MONITOREO
La fotogrametría tiene una utilidad enorme, porque ahora se podrá monitorear el deterioro de la embarcación, con gran exactitud, ya sea por corrientes o degradación natural del material con el que fue construida. Se hará un seguimiento que permitirá valorar el estado del submarino cada dos o tres años, e identificar eventuales áreas de saqueo “hormiga”.
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