México: la nueva China
Es común escuchar entre la clase política y los líderes de opinión pública que la economía mexicana debe fortalecer su mercado interno para crecer. Esta aseveración es mera retórica. En la realidad, la política económica del país ha privilegiado un modelo de estancamiento salarial que es consecuente con un mercado doméstico sumamente frágil. México ha […]
Es común escuchar entre la clase política y los líderes de opinión pública que la economía mexicana debe fortalecer su mercado interno para crecer. Esta aseveración es mera retórica. En la realidad, la política económica del país ha privilegiado un modelo de estancamiento salarial que es consecuente con un mercado doméstico sumamente frágil.
México ha apostado por convertirse en una potencia exportadora de manufacturas. Hasta ahora, este enfoque ha derivado en resultados mixtos. La economía en su conjunto ha crecido a una tasa anual promedio de 2.3 por ciento en los últimos 30 años, pero las ganancias están claramente concentradas en la industria del sector exportador.
Sin embargo, el éxito parcial del modelo mexicano está lejos de replicar el milagro de productividad y crecimiento salarial de China de la última década. El ascenso del país asiático, una potencia manufacturera cuyas exportaciones compiten directamente con bienes mexicanos, ha llegado a tal grado que el salario promedio por hora de su industria manufacturera es mayor al de todos los países de América Latina, con excepción de Chile.
La firma de investigación Euromonitor calcula que entre 2005 y el 2016, esta cifra se triplicó, pasando de 1.2 dólares a 3.6 dólares (precios constantes), alcanzando niveles cercanos a la de naciones de la periferia europea como Grecia y Portugal.
En cambio, este periodo representa una década perdida para México. A pesar de las ganancias en productividad que ha significado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el salario promedio por hora de la industria manufacturera mexicana se redujo de 2.2 dólares a 2.1 dólares entre el 2005 y el 2016.
Si se evalúa el crecimiento salarial de todos los sectores de la economía, la perspectiva es peor: el salario promedio por hora pasó de 2 dólares en 2005 a 1.8 dólares en 2016. Este nivel salarial es incluso menor que el de países como Tailandia y Filipinas, los cuales son receptores de inversión de maquiladoras cuya operación dejó de ser competitiva en China.
Debilidad mexicana
En el marco de la renegociación del TLCAN, miembros del gabinete económico de Donald Trump han hecho referencia al bajo nivel salarial de México como un punto de preocupación en la relación bilateral. En ese sentido, esta crítica pone sobre la mesa de las autoridades mexicanas la pregunta de si esta condición concentra la ventaja competitiva de México como una plataforma manufacturera.
Por mucho tiempo, China jugó este papel, apostando a la atracción de inversión extranjera directa bajo la promesa de alta productividad y bajos salarios de manufactura.
No obstante, en la última década ,China ha transitado hacia un nuevo modelo que se aleja del crecimiento basado en la inversión y en las exportaciones para privilegiar un esquema de mayor sostenibilidad que esté basado en el fortalecimiento del mercado interno.
En México, la adopción de una política que lleve hacia una transición similar tendría que revertir décadas de una política de estancamiento salarial. De acuerdo a cifras del IMSS, entre el cuarto trimestre del 2007 y el cuarto trimestre del 2016, el número de personas que ganan hasta uno y dos salarios mínimos pasó de 14.9 millones a 21.7 millones.
Para el director del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (IDIC), José Luis de la Cruz Gallegos, la economía mexicana enfrenta un problema estructural que ha llevado a un bajo desempeño en los últimos 30 años.