Diego Luna, un héroe de a pie
JAVIER PÉREZ/CAMBIO
Diego Luna está feliz. Un día, Gareth Edwards lo llamó y le dio una cita. Luego de contarle “Rogue One” le dijo que le interesaba que hiciera al capitán. Le pidió que entrara a un largo proceso lleno de secrecía en el que tuvo que pasar varios filtros, lo que incluyó el envío de un tape en el que él, Luna, se grabó en una escena.
Gareth le pidió que lo volviera a hacer, pero bajo su dirección. Diego tuvo que viajar a Londres, regrabar lo que había hecho –ahora bajo la guía de Gareth– y esperar seis meses a que le dieran el sí. Diego explotó de felicidad. Sin embargo, todavía no podía hablar del proyecto con nadie que no fuera su agente o el propio Gareth. Hasta ahora.
A Diego le emocionó el personaje desde que Gareth le habló de él. “Son héroes de a pie que tienen esa capacidad de contagiarte y de decir tú también podrías hacer algo, no tienes que ser jedi para ser el héroe de una historia de Star Wars. Eso está bien padre de esta película.
Y en términos personales, es un reto porque nunca había hecho un personaje como este, nunca había estado en una película así y nunca me habían dado un juguete así para jugar”.
Para esta película, Luna tuvo que trabajar junto con un couch para poder hablar inglés de la mejor manera posible (“el cómo habla un personaje dice mucho de él”, sostiene); además, tuvo que hacer un entrenamiento militar: “Trabajé dos semanas con un equipo de exmilitares que venían a entrenarme. Y luego prepararte físicamente porque fue una chinga física. Todo lo hicimos nosotros, y yo difícilmente me paraba en un gimnasio, pero aquí tuve que trabajar un buen rato para que mi cuerpo aguantara”.
Un sueño de infancia
Gareth Edwards todavía cree que es un sueño y que en cualquier momento abrirá sus ojos, vestido con su pijama de Star Wars, todavía como un niño de cinco años cautivado por el personaje de Luke Skywalker.
“A veces parece demasiado bueno para ser verdad”. Y lo es. A sus 41 años, Edwards acaba de dirigir Rogue One. Una historia de Star Wars. Hace apenas seis se daba a conocer con Monsters, historia apocalíptica hecha con un presupuesto que no llegó al medio millón de dólares. Pero le bastó para que tiempo después le encomendaran la realización de Godzilla, un blockbuster en toda forma.
Para él, explicar cómo llegó al proyecto de “Rogue One” “es como preguntarle a alguien que ganó la lotería cómo eligió esos números. Si lo intentara de nuevo, no volvería a suceder. Fue pura suerte”. Después de hacer Godzilla, simplemente quería descansar. “Hacer una gran película de Hollywood es como un maratón”, dice. Pero se enteró de que existía la posibilidad de hacer Star Wars y se propuso hacerla. Olvidó sus vacaciones y desde entonces han pasado ya dos años y medio.
El gran reto de hacerla fue la trilogía original. “Las considero obras maestras, así que la idea de hacer una película que esté cerca de ellas es como una tarea imposible. Siempre tuvimos ese sentimiento, pero esa mentalidad nutrió a la película, la historia, el cast, todos tratábamos de hacer lo imposible contra todos los pronósticos, contra todos los obstáculos. Se sentía como si estuviéramos luchando una guerra juntos y que nos invadieron las cámaras y que todos estábamos en el mismo equipo. Y con Felicity (Jones) y con Diego (Luna) – los protagonistas– tuvimos una
gran conexión, no tenías que decirles nada, simplemente iban en la dirección adecuada”.
Gareth siempre tuvo la idea de trabajar la película como si se tratase de la recreación de un hecho histórico. Por eso siempre que veía una imagen que le parecía “Rogue One” la escaneaba y la ponía en un fólder con el que armó una especie de historia de la película. La constante que encontró fue que había varias que tenían un cariz documental, por lo que se propuso dar un toque realista a la película, generar la sensación de que una tripulación verdadera estuvo en otro planeta.
GG/BPG