Clásico instantáneo del cine bélico
La más reciente película del británico Sam Mendes, filmada en una sola toma, más allá de una proeza técnica, es una historia reflexiva y humanista.
Luego de ofrecer dos de las más sobresalientes películas de la saga James Bond (‘Skyfall’ y ‘Spectrum’), el cineasta británico Sam Mendes vuelve a la cartelera de nuestro país con el estreno de “1917”, una cinta épica que se desarrolla durante la Primera Guerra Mundial y que está destinada a convertirse en un clásico instantáneo del género bélico.
En la que podría considerarse su obra más personal, ya que gran parte de la trama está basada en los recuerdos que le contó su abuelo cuando vivió el conflicto, “1917” es una historia que está narrada a través de un falso plano secuencia de poco más de dos horas que sumerge al espectador, de manera inmersiva, en la perspectiva de dos jóvenes soldados rasos que tienen que atravesar las trincheras para hacer llegar un mensaje a sus superiores que podría salvar la vida a miles de hombres.
Si bien la película es presentada como si fuera una sola toma de dos horas en tiempo real, la proeza técnica, sin embargo, no hace menos a un subtexto humanista más meditado de lo que se podría pensar, y dos interpretaciones realmente sobresalientes de George MacKay y Dean-Charles Chapman, quienes están rodeados por estrellas del cine británico como Benedict Cumberbatch, Mark Strong o Colin Firth.
El realizador destacó que habrá quienes vayan a ver la película con la intención de encontrar los cortes de cámara y decir al final de la función “a mí no me engañó, no es tan virtuoso”, pero que si lo hacen se perderán de la historia que realmente se quiere contar.
“Sin embargo, los reto a que lo hagan y los descubran, porque los cortes son muy buenos y apenas se notan, son difíciles de apreciar excepto por un fundido a negro obvio que hay. Quería configurar una especie de baile o coreografía entre la cámara, el paisaje y los personajes. Esta forma de contar está vinculada a la necesidad de generar una experiencia auténtica en el espectador, que sienta de forma física y emocional lo que ocurre en la pantalla”, le dijo Mendes a “Hollywood Reporter”.
La cinta está dedicada a Alfred Mendes, abuelo del realizador, quien fue reclutado cuando tan solo tenía 17 años para convertirse en soldado raso de la armada británica, y peleó en la batalla de Passchendaele, en Bélgica, el 12 de octubre de 1917. Una sangrienta contienda en la que murió casi la mitad del batallón al que pertenecía. Alfred Mendes fue voluntario para buscar y rescatar supervivientes entre kilómetros de cráteres y casas destruidas. Sus experiencias inspiran la película que ahora estrena su nieto.
“Mi abuelo no me contaba historias de valentía y de heroísmo, sino de suerte, miedo y dignidad. De jóvenes que hacían lo que podían por sobrevivir más que por ganar ninguna guerra. Así que fue un reto hacer una película bélica en la que la audiencia siguiera los avatares de un muchacho en tiempo real, sumido en pleno caos de la Primera Guerra Mundial”, contó Sam Mendes durante la presentación del filme a la prensa.
Mendes ha dicho que no se trataba de hacer una película patriótica ni de hazañas de heroísmo, “tampoco se trataba de hablar de las maravillas del Reino Unido y de culpabilizar a los alemanes de todo, como se suele hacer. Realmente, se podría haber rodado esta misma historia cambiando las nacionalidades, porque no se trata de países, se trata de experiencias humanas dentro de la guerra. En la guerra se trata de sobrevivir, no de triunfar”.
La cinta, nominada a diez premios Oscar y ganadora de dos Globos de Oro, llegará este jueves a la cartelera de nuestro país