Aumentan los abandonos de mascotas durante la pandemia de Covid-19
Monreal Ávila propone que el ilícito se castigue con una pena de un mes a dos años de prisión si este acto se produce sin daño alguno; si el abandono causa lesión o la muerte del animal, será de seis meses a cuatro años de prisión.
Bolo, un labrador color negro de dos años, fue abandonado por su familia hace tres semanas. Al dejarlo en el albergue del Estado de México, Fernanda, quien lo había adoptado nueve meses atrás, tenía miedo de que los rumores de sus vecinos fueran ciertos y el perro la contagiara de Covid-19. De acuerdo con Hugo García, director de la Asociación Pro Defensa de los Derechos de los Animales y Prevención de la Rabia AC, desde que inició la pandemia en México, incrementó el abandono de mascotas.
“Hay un aumento alarmante de echar a los perros y gatos a la calle. Desde marzo hemos tenido más reportes de abandono, tan solo en la Ciudad de México diario recibíamos 30 llamadas respecto a ese tema y ahora ya tenemos hasta 60, son personas que quieren dejar a sus mascotas”, menciona Hugo García, director de la Asociación Pro Defensa de los Derechos de los Animales y Prevención de la Rabia AC.
García detalla que hay dos tipos de abandonos: el justificado, que en el actual contexto ocurre cuando tras el perder el empleo o tener un recorte en su salario, la gente ya no puede cubrir las necesidades de sus mascotas; y el segundo es el injustificado, que es el caso de Fernanda quien abandonó a su mascota tras la desinformación sobre cómo se propaga la enfermedad.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), en México hay alrededor 23 millones de mascotas, sin embargo, el 70 por ciento de los perros y gatos se encuentran abandonados, es decir, solamente 5.4 millones viven en un hogar y el resto habita en las calles.
Además, el Instituto puntualiza que de los países de América Latina, México ocupa el tercer lugar en maltrato animal y el primero de perros sin hogar.
Para el director de la Asociación, resulta grave que las personas que olvidan a sus mascotas no se informen de manera correcta antes de tomar una decisión tan drástica como es el dejar a los animales en plena crisis sanitaria.
“Nosotros hemos tenido llamadas de los dueños que piensan que los animales los van a contagiar y eso no es cierto, les hemos explicado que hasta el momento no ha habido pruebas de que los animales lo contagien pero aun así prevalece su desconfianza”, explica.
Para el activista, abandonar una mascota es un acto inhumano pues al hacerlo se violan derechos de los animales como al alimento, al resguardo y al cuidado para que no sean víctimas de la violencia.
En marzo de este año, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, presentó una iniciativa para tipificar el abandono de mascotas como un delito en el Código Penal Federal, argumentando que dicha conducta atenta contra el bienestar, salud, integridad y vida de los animales.
Monreal Ávila propone que el ilícito se castigue con una pena de un mes a dos años de prisión si este acto se produce sin daño alguno; si el abandono causa lesión o la muerte del animal, será de seis meses a cuatro años de prisión.
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD PARA MASCOTAS ABANDONADAS
Para combatir el abandono y no dejar sin ayuda a los animales, la organización Adopta ha hecho uso de redes sociales para subir fotografías e historias de los perros maltratados y abandonados que merecen una segunda familia.
Ana Mary Alarcón, encargada de las adopciones de la organización, explica que en los últimos dos meses han regresado entre cinco a 10 perros que ya tenían hogar pero que a causa de la crisis económica, las familias ya no pudieron mantenerlos.
“Sabemos que son tiempos difíciles pero no por eso hay que dejar sin resguardo a los animales. En Adopta creemos que cada perro merece un hogar donde en verdad sea deseado y cuidado, cada vez que se hace una adopción, una de nuestras prioridades es ver que el animal esté en un buen lugar y que la gente acepte el compromiso de cuidar a otro ser vivo”, asegura.
Para Ana es lamentable que en México el valor de la responsabilidad no sea tomado en cuenta como debería, desde su experiencia relata que ha presenciado muchos casos en que los perros son abandonados al envejecer o enfermarse.
“Echar a una mascota a la calle implica muchos riesgos para los animales que las personas no dimensionan como el hecho de que pasarán hambre, frío, mayor vulnerabilidad a ser maltratados, atropellados, golpeados e incluso violados”, sentencia.
Ante todas las situaciones que enfrenta un perro en situación de calle, Ana no duda que su trabajo logre salvar algunas vidas pues para ella la adopción es la oportunidad de quitarle el miedo y la desconfianza a un ser vivo.
“Adoptar a un perro es cambiarle la vida porque cuando salen son desconfiados, tienen miedo cuando te acercas, esconden la colita por inseguridad pero una vez que tienen un buen hogar se vuelven agradecidos, amorosos y protectores”, afirma.
En medio de esta pandemia, la asociación Adopta mantiene el contacto con las personas que quieran adoptar a un nuevo compañero de vida. Además de que en las plataformas publican historias como la de Barolo, que fue rescatado de la calle cuando tenía tres meses; la de Morgan, un perro que era guardia en una bodega o la de Canela quien fue echada por sus dueños y vagaba por una calle de Cuajimalpa.