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Jueves 21 de Noviembre 2024

A 84 años del asesinato de Federico García Lorca

 

Sigue tirado en una fosa común ignota.


Se cumplen 84 años del crimen del célebre poeta y dramaturgo español. Enterrado en una fosa común junto a un maestro de escuela y dos banderilleros, la admiración que sigue despertando su genial obra es directamente proporcional a la indignación por su violenta muerte y paradero desconocido.

“El desaparecido más llorado del mundo”, en palabras del hispanista e investigador de su figura, el irlandés Ian Gibson, fue asesinado en la madrugada del 18 de agosto de 1936 en compañía de otras tres personas en un paraje situado entre las localidades granadinas de Víznar y Alfacar, en las inmediaciones de un lugar conocido como Fuente Grande.

La localización exacta de la fosa común donde fueron arrojados los cuerpos sigue sin determinarse, como la de tantos otros represaliados. Nacido en Fuente Vaqueros (Granada) en 1998, Federico García Lorca, figura prominente de la llamada Generación del 27, es acaso el poeta español más universal de todo el siglo XX. Obras universales como La casa de Bernarda Alba, Romancero gitano o Yerma, dan cuenta de su talla mundial. Se estima que su influencia, además, ha obrado que las letras de casi 6.000 canciones de artistas de 62 países estén basadas en sus poemas. Su arresto y posterior ejecución extrajudicial sigue siendo uno de los sucesos más ominosos de la historia de España y también está impregnado de simbolismo.

El arresto

De convicciones políticas republicanas de izquierdas pero sin participación activa ninguna, el literato se refugió en casa de su amigo Luis Rosales, también poeta y cuyos hermanos eran dirigentes locales de Falange, al poco de acontecer la sublevación de generales golpistas del 18 de julio de 1936.

Los militares sublevados controlaban a las pocas fechas Granada y unos matones ya habían irrumpido en su casa de Huerta San Vicente, golpeándole. Así que el poeta resolvió que en casa de los Rosales podía estar mejor protegido. Pero el 16 de agosto se produjo la detención y ejecución de su cuñado y alcalde de Granada, Manuel Fernández-Montesinos. Aterrorizada, la esposa de este y hermana del poeta, Conchita García Lorca, reveló el paradero de su hermano Federico.

Ese mismo día se presentaron en la casa de la familia Rosales, entre otras personas, unos agentes de la Guardia Civil, de la Guardia de Asalto y el diputado de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), Ramón Ruiz Alonso. Y lo hicieron sin orden de detención ni cargo alguno según el historiador Ian Gibson, solo con el visto bueno del general golpista Gonzalo Queipo de Llano, que desde Sevilla había asumido el control de los militares sublevados en el sur de España. “Dadle café, mucho café”, dijo, aprobando la operación.

El asesinato

Federico García Lorca pasó el 17 de agosto en las dependencias del Gobierno Civil de Granada, en compañía de otros arrestados: el maestro de escuela republicano Dióscoro Galindo, y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, ambos de ideología anarquista.

Un documento fechado el 9 de julio de 1965 y elaborado a petición de una escritora francesa que deseaba escribir una biografía de Lorca, Marcelle Auclair, mediante la intermediación de la embajada de España en París, expone los supuestos motivos por los que fue asesinado:

“Estaba conceptuado como socialista por la tendencia de sus manifestaciones y por lo vinculado que estaba a Fernando de los Ríos [socialista español], como también por sus estrechas relaciones con otros jerifaltes de igual signo político”.

En el documento, redactado por la Jefatura Superior de Policía en Granada pero sin firma, se añade que Lorca “estaba tildado de prácticas de homosexualismo, aberración que llegó a ser vox populi“. Y a continuación se afirma: “Lo cierto es que no hay antecedentes de ningún caso concreto en tal sentido”.

Sobre su ejecución, se consigna que Federico García Lorca “fue pasado por las armas después de haber confesado, según se tiene entendido, siendo enterrado en aquel paraje, muy a flor de tierra, en un barranco situado a unos dos kilómetros a la derecha de dicha ‘Fuente Grande’, en un lugar que se hace muy difícil de localizar”. El documento no especifica qué es lo que el poeta supuestamente confesó para acceder a su ejecución, de la que el falangista Juan Luis Trescastro se vanaglorió posteriormente. “Yo mismo le metí dos tiros en el culo”, habría dicho.