“Asesinos seriales”, de Edgard de Vasconcelos
Existe una gran diferencia entre matar en un momento de ira o emoción violenta y hacerlo de modo sistemático, planificando las circunstancias y eligiendo el perfil de las víctimas. Los “asesinos seriales” matan a repetición de manera compulsiva, hallando placer en ello.
Suelen ser personas obsesivas, detallistas, metódicas. En líneas generales han tenido infancias signadas por el descuido, la humillación o el abandono; han sufrido violencia o incluso violación por parte de sus mayores. Aunque también hubo asesinos de familias modelo, que un día, por un hecho traumático, sacan de lo profundo de sí el impulso bestial que todos poseemos, pero que hemos dominado (o creemos haberlo hecho) como requisito para la vida en sociedad.
Quien primero usó la expresión serial killers fue Robert Ressler, un criminólogo estadounidense que trabajó durante veinte años al servicio del FBI. Pero, desde luego, la historia de este tipo de crímenes se funde con los orígenes del hombre.
Edgard de Vasconcelos nos ofrece en Asesinos seriales (Lectorum) una peculiar galería, no cronológica sino agrupada por métodos, conductas o preferencias similares de los asesinos.
Algunos casos son célebres; otros apenas conocidos. Pero todos nos provocan horror, tal vez porque detrás de cada criminal vemos un instinto destructivo del que, aunque queramos, no nos podemos declarar del todo exentos.